Primeras sombras del brexit

¿Pesimismo o de realismo? No lo sé. Pero los análisis aparentemente más objetivos apuntan a que, activado el brexit, entre Reino Unido y las instituciones comunitarias se abre una negociación que será larga, incierta, agria y dolorosa y que, además, puede terminar mal. Y que por mucho que a los británicos les cueste entenderlo, ni las conversaciones serán entre iguales ni existe posibilidad de que el eventual acuerdo deje a cualquiera de las partes mejor de lo que estaba.
Muy negro panorama. La negociación será, en efecto, asimétrica porque la Unión Europea es más grande en todos los sentidos que el Reino Unido. De hecho esta será la primera vez que los británicos sentirán que su poder de negociación ante una gran potencia es menor de lo que creen. Además, como la economía británica depende mucho más del resto de países de la Unión que al revés, el coste de oportunidad del no acuerdo es mayor para Londres.
Sectores como la medicina pública, la asistencia a los dependientes, la construcción, la banca, la restauración, la tecnología y otros varios dependen en buena medida de los 2,3 millones de trabajadores de la UE, de los cuales unos 132.000 son españoles debidamente registrados como residentes.
De momento, los datos macroeconómicos contribuyen a sustentar el discurso de May y los brexistas de que todo va a ser para bien. La última proyección es que el PIB crecerá este año un 2 por ciento, cuatro décimas más que lo pronosticado en un primer cálculo, mientras que el índice de paro continúa en mínimos históricos (4,7 por ciento) y la recaudación de impuestos se ha incrementado.
Ahí acaban, sin embargo, las buenas noticias. Porque la libra, por ejemplo, ha perdido un 16 por ciento de su valor respecto al dólar y un 12 respecto al euro, las importaciones resultan más caras y la inflación se sitúa ya en el 2,6. No puede hablarse todavía de un éxodo masivo de trabajadores extranjeros, pero algunos han empezado a marcharse conforme mejoran las economías de los países de origen y al otro lado del canal aumenta la incertidumbre y la xenofobia.
En los últimos meses del año pasado –se asegura– ya se fueron 50.000, entre ellos 20.000 médicos y enfermeras. Y lo que es más relevante: ante la incertidumbre reinante, grandes empresas de todos los grandes sectores ultiman sus planes para abandonar parte de sus operaciones en la City.
El reloj ha empezado a correr. Pese a todo, se mantiene la esperanza de llegar en algún momento a un acuerdo económico. A ambas partes les interesa, sobre todo después de 45 años de relación bilateral intensa. Un acuerdo de libre comercio amplio y profundo, como dicen las líneas directrices planteadas por el Consejo Europeo y que Rajoy recordó el miércoles en el Congreso.

Primeras sombras del brexit

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