Semana fantástica

Parafraseando el reclamo de unas conocidas rebajas comerciales, bien puede decirse que estos días están siendo para Ciudadanos algo así como su semana fantástica. El órdago de Rivera y los suyos al Gobierno a propósito de la rebaja en el IRPF para las rentas más bajas como condición sine qua non para apoyar el llamado techo de gasto, les ha salido perfecto.
No sé si por habilidad propia, por impericia del Ejecutivo o por ambas circunstancias a la vez, la verdad es que se apuntaron el tanto de ser el partido que quería bajar los impuestos frente a las reticencias iniciales del ministro Montoro y del propio Rajoy, que preferían dejarlo para mejor ocasión y no solo por supuestas razones electoralistas.
Al final, Moncloa hubo de ceder ante la imposibilidad de encontrar otros socios y otros votos imprescindibles para sacar adelante una propuesta que se presenta como preludio y compromiso para elaborar los Presupuestos Generales del año que viene y para, en buena medida, dar continuidad a la legislatura en curso, cuestión ésta en la que Rajoy parece tener especial empeño.
Tiempo le faltó a Ciudadanos para pregonar la “rectificación” del Gobierno y hasta para autoproclamarse como “el único partido capaz de sacar adelante las reformas necesarias para la clase media y trabajadora”. Una actitud que repetiría el portavoz de turno a propósito de la ambiciosa oferta de empleo público que así va a ser –de hacerles caso– también gracias a ellos.
Estaban tan eufóricos que les faltó pecho para tanta medalla. Conviene, sin embargo, puntualizar y recordar que todo acuerdo es obra de dos; que si hoy son posibles ciertas medidas es porque antes otros llevaron adelante políticas que permiten ahora determinados márgenes, y que Gobiernos del PP ya practicaron deducciones de cuota parecidas, como la introducida en la reforma del IRPF del año 2003 para las mujeres trabajadoras con hijos a su cargo, por no hablar de la más reciente de 2015 para rentas bajas.
No obstante, de todos estos forcejeos no se entienden tampoco varias cosas. Por una parte, la facilidad con que este Gobierno deja a terceros rentabilizar políticas sobre las que él también tiene mucho que decir. Y, por otra, la dosis de agresividad dialéctica que Ciudadanos pone en sus demandas cuando gobiernos del PP andan por medio y que en la Asamblea de Madrid alcanza su máxima –y en ocasiones, intolerable– expresión.
Rivera y sus portavoces suelen plantear sus reivindicaciones como “exigencia”, amenazan con lo de “esto va en serio” y amagan con levantarse de la mesa. Con cierta sorna, Montoro señalaba en el debate parlamentario que Ciudadanos había presentado el resultado de la negociación “como si le hubieran arrancado una muela”. Y no fue para tanto. Entre otras cosas, porque, como también dijo el ministro, “a estas alturas de la vida ya están todas suficientemente empastadas”.

Semana fantástica

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