¿Negociar o imponer?

sta semana ha sido de las más intensas del curso, en cuanto a actividad parlamentaria se refiere. Los pasillos del Congreso de los Diputados han vivido una retahíla de votaciones que han cristalizado en que los españoles tengamos la estabilidad que aporta, en medio de la marabunta de inestabilidades creadas, unos Presupuestos Generales del Estado. No es una cosa pequeña, créanme. Es lo que diferencia tener un país con visos de futuro o un país maniatado que no puede tomar decisiones.
Y se ha logrado porque han sido muchas las reuniones, las negociaciones, los intercambios de pareceres y las cesiones, a unos y a otros, pensando siempre en el bien común. Permítanme que hoy hable como diputado y que lo que se ha logrado en el hemiciclo no se quede en la anécdota de si se rompieron dos escaños o de si Rajoy o Pablo Iglesias, o diputados del PSOE se han liado a la hora de apretar el botón. Ha pasado, pero no pasa de ahí.
A lo que me refiero es que hay que negociar. Las mayorías absolutas empiezan a escasear y se impone un nuevo modelo de pactos y negociaciones. Todos los gobiernos del mundo, los serios, me refiero, asumen esta modificación en la manera de hacer política de una manera tranquila. Y gobiernan en consecuencia. Pero como siempre hay quien tenga que romper la estadística, no dejen de reflexionar qué ocurre en Vilagarcía. El PSOE ha obtenido hace dos años (sí, ya han pasado dos años!) unos 800 votos más que nosotros. Cuando todo el mundo pensó que habría alianzas de gobierno con sus “socios naturales”, lo cierto es que nadie se quiso poner en la foto y tuvimos que desatascar nosotros la gobernabilidad. Y es que son esas fotos de los que luego aplauden, las que no gustan porque “manchan” la imagen del otro. Es probable que si tuviesen mayoría absoluta (que se han quedado por cierto muy lejos de conseguirla) el ambiente sería todavía peor, pero la ciudadanía no se ha fiado de ellos.
El modelo de los gobiernos en minoría, como digo, ha de dirigirse a la negociación, al diálogo y a la transparencia. Son tres conceptos que se ejecutan a diario en lugares donde los políticos quieren hacer política y que, por desgracia, en Ravella están esposados en un cuarto oscuro porque no les dejan salir. Secuestrar el talante para no sentarse con el que no piensa como tú solo puede ser obra de mentes más o menos retorcidas, que disfrutan susurrándole al oído cosas al que da la cara mientras el poder de decisión que la ciudadanía le presupone al gobernante, se escapa entre sus dedos.
Hay quien dice que Varela manda poco ahí dentro y que son muchas las rendijas por las que se les ha escapado la unión con la que empezaron el mandato. Para ese incendio que crece cada día y para esa zanja que han excavado en el suelo de determinadas concejalías, la receta que han ideado es encender nuevos focos para que no se apaguen las llamas y comprar más palas para cavar más profundo, que dinero y ego hay de sobra en esos despachos.
Les recomendaría que de vez en cuando pregunten a sus diputados nacionales cómo se hace política en el Congreso. Alucinarían con sus propios compañeros y con los que creen sus enemigos. El lema de “protocolo y cortesía” que ha impuesto el alcalde vilagarciano es un triste pitorreo que se le volverá en contra, ya lo verán. Sigan señores del gobierno imponiendo su criterio erróneo, que está sirviendo para que cada vez más gente sepa de qué madera están hechos… y tengan en cuenta a Pinocho, que también era de madera y también era conocido por faltar al a verdad cada vez que abría la boca. Y colorín colorado, este cuento, en un par de años, habrá acabado.
 

¿Negociar o imponer?

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