El partido que nunca se parte

E l pasado martes los miembros de la familia del Partido Popular nos reunimos en nuestra casa y hablamos, largo y tendido, cara a cara y aprendimos todos unos de otros. De eso se trata la vida y la política. Poder decirnos las cosas con tranquilidad para construir entre todos el bien común. Y en esas estamos desde hace ahora un año. Mucho han cambiado nuestras vidas en apenas doce meses. Desde el día siguiente de las elecciones, en el PP de Vilagarcía comenzamos a analizar las razones, los porqués y los condicionantes que nos llevaron a ocupar el puesto de principal partido de la oposición en Ravella y no el del principal partido de Vilagarcía y por tanto del gobierno.
He de reconocer que tanto yo como mis compañeros y asistentes hemos salido realmente satisfechos por el respaldo de la masa de los populares vilagarcianos. Nos han dado la fuerza necesaria para seguir en primera línea de la lucha y la política. Nos han felicitado por el trabajo realizado (tantas veces bien hecho pero mal transmitido), por habernos sabido sobreponer a todos los problemas, con mayúsculas, que nos encontramos. Desde una caja municipal en la que solo había telarañas hasta una oposición que nos acusó de todo lo que se le ocurrió y que ahora no está a la altura. Supimos sobreponernos y lo volveremos a hacer, una y mil veces.
Esta misma semana nuestra sede se quedó pequeña para dar cabida a las diferentes sensibilidades de este gran partido y a los diferentes momentos históricos de esta formación. Gente que lleva conmigo los últimos doce años, algunos que incluso tienen el carnet con más antigüedad que yo y otros que fueron protagonistas no hace tanto tiempo. No todos pensamos exactamente igual y eso nos hace grandes. Evidentemente ha habido críticas, algunas severas y hasta hubo quien quiso mandar mensajes de que existen figuras que están ya en vía muerta… Lo que he de confesar es que, como en este mismo diario se ha publicado, me considero un SUPERVIVIENTE. Así, con mayúsculas. Y si me lo permiten añadiría una nueva acepción al término en la que para mí significa “Persona que se encuentra en un estado de vitalidad superlativa”. Me encuentro en un momento idóneo, al igual que mi equipo y como ya he dicho en diversas ocasiones me ofrezco a liderar ese proceso de adaptación al a nueva realidad política que nos ha tocado vivir y protagonizar. A ser el que se ponga al frente, pero al mismo nivel que mis compañeros, para comandar esa renovación. A seguir siendo el primero que defiende a los míos y el último responsable de todo. 
Es cierto que llevamos seis años sin convocar un congreso. Nunca me han dado miedo. Me parecen reválidas que te va proponiendo la vida política para los que hay que prepararse. Pero ya sabemos lo que es eso. ¿Miedo? Ninguno. Lo veo además necesario, sano, productivo y democrático. Adoro las garantías, las igualdades de oportunidades, el respeto por el criterio de los otros (y de los unos, eh. De todos). Creo en la fusión, en la incorporación y sobre todo en la combinación de elementos. De la experiencia y de la renovación. En la inclusión de ideas, de mensajes, de caras, de propuestas. Menos el logo del partido podemos y debemos revisarlo todo. Y ya lo estamos haciendo. Aquí nadie está parado porque nadie se puede permitir ese lujo. Queremos reconquistar el Concello de Vilagarcía y hacerlo por la puerta grande.
A nadie se le escapa que el panorama político general ha cambiado. Ahora que el concepto de las mareas se ha subido al carro de los partidos clásicos, me es difícil no hacer símiles. Aquí, a orillas de la adorada Ría de Arousa tenemos nuestras singularidades, no siempre entendidas ni respetadas. Vivimos en aguas tranquilas, calmas. Nos gusta que nos reconozcan el protagonismo que sabemos que tenemos, aunque haya veces que algunos de interior se crean con mejores arenales que los nuestros. Como decía, pocas mareas vivas tenemos en este pedacito de paraíso terrenal, a no ser que haya quien se empeñe en agitar y remover esas corrientes. A Concha-Compostela no es para nada Samil (Vigo), Playa América (Nigrán) o Playa Ribeira (Tui). Todas estas tienen sus particularidades y no les envidio su mar de fondo o sus previsibles marejadas a fuerte marejada. En cualquier caso, en todos estos puertos hay que tener la experiencia suficiente, la vista de pájaro necesaria y el barco adecuado para surcar el curso de este particular río sin hacer aguas. Los “rápidos” pueden ser trampas mortales y a menudo la experiencia en estas lides decantan la balanza. Ya pasó y seguirá pasando. Hay que dirigir el barco con una estrecha relación entre timonel y capitán. Las piedras del fondo no son más que eso: en el fondo, son solo piedras en el camino. Algunos tropiezan una y otra vez con ellas. Otros, como ya tenemos radar, le pasamos por encima para coger impulso y seguir adelante.
Como despedida decirles que gracias a los que han participado, a los que quieren seguir trabajando por este partido, porque aquí siempre encontrarán un aliado. Hablamos de mirar hacia delante, de aprender de los errores para no volver a cometerlos y de no resucitar a viejos fantasmas que se resisten a ser invisibles para siempre. En este carro hay sitio para todos. Para todos los que vengan a sumar, a aportar, a trabajar y mejorar. El rumbo lo tengo claro. Las huellas de pasado avisan de dónde están los peligros. ¿El futuro? Ya les dije que me considero un superviviente lleno de energía para otro largo caminar, con las uñas afiladas para defender a los míos de cualquier enemigo. Ellos ya lo saben.
 

El partido que nunca se parte

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