Bebés robados: una ilusión que sigue viva

Me sigo encontrando casi a diario con Fuencisla y Fernando, el matrimonio que vive en nuestra ciudad y que no cesa en su lucha por encontrar a su hija que supuestamente les fue robada en la clínica San Ramón de Madrid en julio de 1971 para darla en adopción. Y a pesar de que el juicio contra el doctor Eduardo Vela volverá a celebrarse en septiembre, su impaciencia por dar carpetazo a tanta desdicha no impide que su día a día se vista de positividad. Igual que cuando tengo la oportunidad de cambiar impresiones con ellos. Me vienen a la cabeza frases suyas demoledoras cuando tuvieron la oportunidad de dar visibilidad a semejante calvario. “Mientras nosotros tengamos vida no vamos a descansar hasta encontrarla”, “Si esto no sale bien, acudiremos a Estrasburgo para que nos escuchen. Dar el coñazo desde luego que lo seguiremos dando”, “Los dos tiramos igual del carro, somos muy cabezones”, “Nos duele que se diga que este caso ha prescrito”, “Por supuesto que echamos de menos decisiones políticas. Ellos son los culpables de todo”… Llegados a este punto, Fernando y Fuencisla nunca pierden la esperanza de encontrar a su hija. Pasados ya 47 años, no tienen claro cómo reaccionarán ante ella. Ha pasado mucho tiempo y lo que sí quieren es explicarle lo sucedido, abrazarla y que ella decida. No forzarán la situación, pero no niegan que sueñan todos los días con ese instante y conocer a la niña que les fue arrebatada de su habitación para no volver a verla y enterrarla, presuntamente, en el cementerio de La Almudena, hoy en día, un lugar inhóspito y salpicado de amargos recuerdos. 
Gracias a la denuncia de otra infatigable luchadora y también niña robada, Inés Madrigal, a cuya causa va ligada la de Fernando y Fuencisla, se tratará de poner luz a este calvario. Volverán a verse las caras con un doctor muy bien adoctrinado por su abogado, pero no descartan el éxito de un juicio histórico en el que están en juego muchas historias y las ilusiones de miles y miles de madres e hij@s que luchan sin descanso para poner en orden sus vidas. 

Bebés robados: una ilusión que sigue viva

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