Del Bosque y Casillas sellan la paz

No salgo de mi asombro por el lío montado por Del Bosque y Casillas después de la eliminación de España en la Eurocopa que se celebra en Francia. Mucho se ha escrito sobre este amor odio que siente uno por el otro. O al menos eso parecía hasta que se dieron el beso de Judas, que es algo así como un clásico prototipo de gestos falsos e hipócritas. Un paripé en toda regla. A pesar de su aparente reconciliación, por mucho que digan uno y otro, estoy convencido que su relación ha sufrido un inesperado revés. 
Nadie se creía que el seleccionador fuese capaz de abrir la caja de Pandora y soltar semejante aberración contra Iker. Nunca fue su estilo. De ahí la sorpresa mayúscula que ha producido la reacción del salmantino acusando al meta, presumiblemente, de no saber encajar su suplencia. Tampoco me creo que haya sido una simple rabieta de niños, o como dijo el mismo Del Bosque, una riña entre un padre y un hijo en la que siempre estás deseando poner paz. 
Y con todo ello, seguimos sin saber lo que ocurrió. Y el porqué Del Bosque acabó hablando de un tema tan espinoso que no venía a cuento. Su rajada fue descomunal. Y hoy en día me sigue costando comprender la intención del técnico sobre un Casillas al que se le califica de egomaníaco. Que jamás se apercibió de su propia decadencia, poseído posiblemente por unos ridículos delirios de grandeza personal y que puede llegar a sentir una falta de apreciación y reconocimiento. Igual que su despedida a lo Rambo: “No sé adónde, pero me voy”. Una chorrada. Me gustaría saber qué nos están ocultando porque sigo insistiendo en que al señor Marqués le tienes que hacer una barbaridad monumental para que reaccionase de esa manera. 
Tanto uno como el otro me dan pena y vergüenza ajena que, además, deja en muy mal lugar a toda una selección a la que le reprocho falta de sentimiento una vez que los italianos nos mandaron a casa. No aprecié mucha frustración en unos protagonistas que deben recuperar el orgullo por vestir esa camiseta y no escuchar expresiones siempre irritantes como “No vamos a ganar siempre”. Pero vienen tiempos de regeneración. Es lo que toca. A Del Bosque y Casillas habrá que agradecerles siempre su impronta a lo largo de estos últimos años igual que a otros internacionales míticos a quienes habría que recordarles que la selección no es para siempre. 

Del Bosque y Casillas sellan la paz

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