“Aver qué pasa ante el Sporting porque si se tropieza, habrá que tomar medidas drásticas”, es la frase rotunda y sin matices que más escucho y que, curiosamente, se ha acentuado más tras conocerse la destitución de Paco Jémez en el Granada, segundo técnico (el primero fue Pako Ayestarán, en el Valencia) que cae en lo que va de curso con solo seis partidos disputados. Sospecho que estos susurros malintencionados van dirigidos al actual técnico del Deportivo, Gaizka Garitano, después de la trayectoria bastante frustrante que el equipo lleva en el campeonato cuando se han sumado seis jornadas y no acaba de arrancar, porque lo cierto es que no se están haciendo bien las cosas y que marcar un gol parece misión imposible.
Hablaba en mi anterior comentario que este Deportivo estaba carente de ideas, de ilusión y sobre todo de gol. Pero, siendo justo, los resultados ante el Leganés y Atlético de Madrid no le hicieron justicia. Se perdió un partido increíble ante el Lega en Riazor después de una primera mitad en la que el choque debió quedar decidido. Ese es el Depor que nos gusta a todos. Jugar con rabia y superación. Inexplicablemente, tras pasar por el vestuario, se perdió el norte y los puntos volaron. Y al Atlético se le trató de tú a tú. Con las mismas armas, con el mismo ímpetu, con la misma intensidad. Nunca lo tuvo fácil el club colchonero y tuvo que ser una pifia defensiva la que desnivelase el marcador. El equipo tiene que jugar desde el minuto uno con esa pasión y energía. Sé que eso significa un enorme grado de generoso esfuerzo, pero si se mantiene esa línea de juego, se puede remontar esta situación tan desoladora que vivimos.
A estas alturas de la temporada pasada, el Depor sumaba once puntos (ahora tenemos cinco) a pesar de que se había abierto la Liga empatado en Riazor con la Real 0-0, se igualaba en Valencia (1-1), se ganaba al Rayo en Vallecas (1-3), el Sporting se llevaba los tres puntos para Asturias (2-3), a la semana siguiente vencíamos en Sevilla al Betis 1-2 y en la sexta jornada disfrutábamos derrotando 3-0 al Espanyol ante la parroquia deportivista. La misma que ahora pide resultados y explicaciones. Y la misma que no comprende tanta indolencia ante la meta rival. Pinchar frente a los asturianos podría abrir la caja de Pandora. Y las consecuencias podrían derivar en un desenlace que nadie quiere. No seamos primos. Y tampoco hermanos.