El paciente impaciente de mi barrio

Manuel Lires González es un paciente monorreno con unos cálculos renales de tamaño considerable al que se le conoce por la clase coraliforme. A sus 68 años y todavía trabajando, está frustrado y desesperado. Vive inmerso en un auténtico tsunami de incomprensión. Y en esta situación intenta salir del túnel en el que se encuentra inmerso ante la aparente pasividad o posiblemente alarmante falta de medios en la sanidad pública gallega. 
Esta denuncia hace que posponga, una vez más, otro comentario que estaba ya en la “pole” para centrarme en el testimonio de Manuel Lires, quien explica que en su momento su urólogo le remitió al centro de litotricia del Materno. El facultativo de turno, tras observar su informe, le dice que reunirá su equipo para ver de qué forma pueden actuar. Que le llamarán por teléfono. Pasan los meses y todo sigue igual. Ante esta situación, formula la queja correspondiente. Otra vez al urólogo que ese día estaba de guardia y, ante semejante situación, que para él resulta preocupante, le manda hacer el preoperatorio. Lo hizo el 1 de junio y sigue esperando que se acuerden de él. 
Manuel no se intimida y vuelve a la carga porque el paso del tiempo acaba con su paciencia y su preocupación, cada día que pasa, va en aumento. Esta tesitura le consume porque no aprecia interés sanitario por la realidad que está viviendo. Su odisea no para y regresa a la oficina de atención al paciente para realizar otra reclamación. Es una constante lucha contra el tiempo.
En ese impás de idas y venidas acaba en la planta undécima del Chuac. Allí se le indica que está en lista de espera, pero sin fecha concreta, porque esa planta no está funcionando a pleno rendimiento. Su decepción entra en un auténtico dislate por la falta de personal médico y las consecuencias imprevisibles que le pueden acarrear. Consecuentemente, lleva año y medio con este problema. Y no puede más porque se teme lo peor. Así las cosas, Manuel es tajante y pide la dimisión del presidente de la Xunta y el conselleiro de Sanidade. “Su incompetencia no admite dudas”, zanja.

El paciente impaciente de mi barrio

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