Calviño como evidencia

La vicepresidenta económica, mujer inteligente, ha dejado en manos de Pedro Sánchez su candidatura para presidir el Eurogrupo. Es el Gobierno quien debe respaldar tan importante nombramiento y que, en plena crisis económica, cobra mayor entidad.

¿Cuál sería la única razón que llevaría a España a desaprovechar la oportunidad de tener la presidencia del grupo donde los responsables de Economía del UE deciden las políticas del continente? Únicamente las profundas discrepancias entre Calviño y Pablo Iglesias, sobre gasto e ingresos. Y solamente el afán del presidente de llevar a término la legislatura (para lo que necesita a Podemos) puede frustrar la carrera de la vicepresidenta e infringir un daño considerable a nuestro peso en Europa.

De ahí que su candidatura se convierta en la evidencia de quien gana la batalla sobre el modelo de solución a una caída del PIB sin precedentes y cuando parte del remedio puede venir de los fondos europeos que, por primera vez, parecen reflejar, en su cuantía, la gravedad de la situación, sobre todo de los países del Sur.

No es solo que Calviño pueda jugar un papel decisivo en la UE para equilibrar ese reparto de la inversión, es que su mera presencia tranquiliza a los países ortodoxos del Norte, ante lo que consideran el riesgo de despilfarro con sus impuestos. Y esto ocurre porque su amplio conocimiento de los resortes de poder en las instituciones europeas y su solvencia profesional le abren las puertas en Bruselas.
Pedro Sánchez tampoco debería obviar que, frente a los intentos de su socio Pablo Iglesias de repetir la inútil rebeldía del ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, que solo consiguió demorar la imprescindible ayuda europea a una Grecia al borde del cataclismo, Nadia Calviño y la presidencia del Eurogrupo servirían de trinchera frente a veleidades de gastar sin control.

El coste social de la crisis del 2008, que sumió a una parte importante de la ciudadanía en niveles vergonzosos que rozaban el umbral de la pobreza, no puede repetirse. Pero no se trata de gastar sin criterio, sino de administrar mejor los recursos de los que se dispone. Porque incrementar la deuda sin límite es hipotecar el futuro de las nuevas generaciones, que bastante complicado lo tienen ya.

Por otra parte, tan importante cargo no le va a restar capacidad de gestión en la vicepresidencia del Gobierno. Antes bien, llevará prestigio y capacidad de decisión en las exigencias ante Europa.

Por tanto, si pasan las semanas y Sánchez no consolida su candidatura, será un síntoma malísimo de quien ha ganado la batalla dentro del Gobierno por marcar la línea de la política económica, e incluso puede que lleguemos a ver su salida del Ejecutivo.

Sánchez tiene que elegir.  

Calviño como evidencia

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