Reconocimiento frente a la estulticia

hora resulta que, en medio de la pandemia y con la peor crisis económica que se recuerda, el objetivo a abatir es la figura del ex presidente Felipe González.
Unidas Podemos, que al principio, y dado sus sillones en el Consejo de Ministros, se opuso a una comisión de investigación, alertando de que los nuevos datos sobre las actuaciones delictivas de los GAL no era más que recortes de prensa, de algo ya sabido, rectifica ahora porque siempre ha estado muy “atento a las demandas sociales”.
Tendría demasiado tufo a venganza que la suma de los independentistas con Podemos y Bildu lograra, tantos años después, reabrir en el Congreso una herida de la que ni hay demanda social ni es la principal preocupación de la ciudadanía. Mucho más exigente con que los partidos se pongan de acuerdo para salir del atolladero.
Ha debido recibir el visto bueno de algún dirigente del PSOE actual, al que las criticas de González al Gabinete de Sánchez con Pablo Iglesias, le han escocido de manera especial; aunque la orden fuera reaccionar con indiferencia a las palabras del ex secretario general del partido.
Y es que, desde la llegada de Pedro Sánchez a la dirección socialista, la figura emergente es José Luis Rodríguez Zapatero, el paradigma del buenismo, el interlocutor de Pablo Iglesias y su equipo, cuando en el PSOE se les veía como el adversario político. El que zascandilea de aquí para allá y tan pronto se convierte en asesor de Maduro en Venezuela (siempre quedará la duda de su papel en la crisis diplomática de la clandestina llegada de Delcy Rodríguez a Madrid cuando no podía pisar suelo europeo), como en muñidor de apoyos parlamentarios.
Ahora el referente en el PSOE no es la trayectoria de Felipe González, sus largos años en la Moncloa, con apabullantes mayorías absolutas, la modernidad que aportó al país, la entrada en Europa, su prestigio en las instituciones de Bruselas. No; ahora es Zapatero, del que cuenta un periódico que se ha reunido con el número dos de Casado, García Egea, como mediador en el acercamiento de ambos partidos, para buscar una solución a la crisis económica.
A lo mejor conviene recordar, dado que la memoria política es frágil, que fue el último Gobierno de Zapatero el que negó la existencia de una crisis, la de 2008, cuyas consecuencias todavía no se han superado. El que inició una política de recortes que culmino con entusiasmo Rajoy. Y que fue Zapatero quien dejó a España al borde del rescate económico.
Tan nefasta fue su gestión que los socialistas no han recuperado todavía a una parte del electorado que apoyó masivamente al denostado Felipe González. Posiblemente el político mejor valorado en la etapa democrática de este país.

Reconocimiento frente a la estulticia

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