Torra, el lirismo republicano

l candidato señalado digitalmente por Puigdemont para ser su sustituto provisional al frente de la Generalitat cumplió todas las expectativas de los independentistas con guiños a los diputados de la CUP. En un discurso lírico y lleno de citas literarias, defendió a ultranza la construcción de la República y asumió su papel de suplente para así avanzar en “el proceso constituyente”. Para defender su proyecto no le bastó la apelación a los ideales de la República, sino que utilizó el catalán, el castellano y el inglés, en un alarde de multilingüismo, aplaudido en tono jocoso por Ciudadanos.
Para justificar la necesidad de “hacer República” hizo una descripción desoladora de la situación de una Cataluña perseguida, arruinada, invadida por los cuerpos de seguridad españoles; siguiendo el discurso victimista que tan buenos resultados ha dado al independentismo en el procés. Es verdad que muchas de sus propuestas eran voluntarismo idealista, de dibujar el futuro del país como una arcadia soñada donde todos los ciudadanos serán iguales en derechos, prestaciones, ayudas, servicios... donde no existirá la corrupción ni la maldad ni el odio. Y, por supuesto, integrados en una Unión Europea impensable sin ellos donde pretende “liderar desde el sur de Europa la cuarta revolución industrial”.
A la espera de que “sea Puigdemont el que haga el discurso de investidura”, una vez recuperados los “derechos civiles pisados y amenazados”, volvió a ofrecer al Gobierno de Madrid la mano para negociar sin vetos y sin condiciones asegurando que no renuncian a nada incluso a “ponerse acuerdo con el Gobierno español”. Tema este que llama la atención en la medida que sobrepasa las funciones de un “suplente”. Otra parte, quizá excesivamente larga de su intervención la destinó a hablar de la vida. Y en un nuevo guiño a la CUP recordó a la compañera huida a Suiza, Anna Gabriel quien ha escrito una obra titulada “Hablaremos de vida”.
Lo curioso de su oferta es la convicción de que, ese futuro anhelado vaya a recibir el apoyo de la mitad de la sociedad catalana que no se siente independentista ni se cree tan floridas propuestas. Entre las que conviene destacar porque son concretas: el plan de choque para evaluar los daños de la aplicación del 155, y el restablecimiento o su ampliación, si cabe, de la red de “embajadas” de Cataluña en el exterior para vender el proyecto republicano. La apelación final y sentimental al pueblo catalán ante las circunstancias adversas que vive sonó más a una telenovela de sobremesa que a una petición de voto. Queda por ver si, una vez nombrado president, Torra se atreverá a desafiar la legalidad constitucional sabiendo que su presencia puede ser sustituida por un lazo amarillo.

Torra, el lirismo republicano

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