La estrategia de la tensión

La tardía y tibia condena del presidente del Gobierno de los actos vandálicos protagonizados durante varios días por grupos de jóvenes que protestan por la entrada en prisión de un individuo condenado por enaltecer el terrorismo y amenazar a un testigo, induce a pensar que el asunto le incomoda y quiere pasar página.


Da qué pensar que no haya exigido al vicepresidente Pablo Iglesias que desautorice al portavoz parlamentario de Podemos (Pablo Echenique) que alienta a los manifestantes que según él son “jóvenes antifascistas que piden justicia y libertad de expresión”. Peculiar manera de defender la libertad cuando se traduce en ataques a los policías, destrucción de lunas y escaparates, pillaje de comercios ,quema de contenedores y ataques a los periodistas que cubren las algaradas.


Interpretar la tibieza de Pedro Sánchez, en el mejor de los casos, sugiere que no va más lejos al reprochar a sus socios en el Gobierno que apoyen a quienes atacan a la policía y destrozan escaparates porque prefiere tener al indio dentro de la tienda meando fuera en lugar de tenerlo fuera meando dentro.


La frase –que describe lo chocante de determinadas paradojas– es de Robert Mc Namara secretario de Defensa de los EEUU durante la guerra de Vietnam.


Los ministros del Gobierno de coalición chocan cada dos por tres. A su manera, Podemos que nunca ha negado sus raíces anti sistema ,está lanzando un mensaje. La causa del rapero es un pretexto. Lo que están anunciando es que pueden y saben cómo incendiar la calle.Ahora por el rapero y mañana por la crisis social a la que estamos abocados cuando se acabe el colchón de los ERTE, el número de parados supere los cinco millones y el dinero de Europa no dé de sí para garantizar la paz social. Momento en el que los sindicatos se verán obligados a convocar huelgas y movilizaciones.


Es un mensaje que parece que está calando en determinadas esferas influyentes de los poderes económicos. Iglesias juega a la estrategia de la tensión porque tiene una agenda ideológica. Pedro Sánchez condena con tibieza porque lo suyo es un plan de vida en La Moncloa. 

La estrategia de la tensión

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