Aprendizaje castrense

como la canción mexicana y mi vida militar mantengo que no hay amor más profundo que el primero. Repaso mis temblorosas fotografías testimoniales. Y mis correcciones. Valga Jerez de la Frontera por de los Caballeros y la puntualización de Cerro Muriano en Córdoba. Nos movemos en la genuflexión de lo posible y sus fallos delirantes.
Vivimos el presente y llevamos a la espalda mochilas del pasado y del futuro que nos aguarda en la esquina. Un tipo tan singular como Jorge Manrique –el de las coplas a la muerte de su padre–insiste en que ningún pretérito fue mejor, si no que ‘’nos lo parece’’. Simplemente somos aprendices de brujos y removemos el cucharón de la olla mágica para conseguir antiguos milagros.
De ahí que sienta ardor, no de estómago, sino guerrero en la voz cuando invoco la enseña patria apuntada por el cuplé. ‘’Como el vino de Jerez y el vinillo de Rioja –gualda y rojo– son los colores de la bandera española. Mi primer juramento. Campamento idóneo en Monte la Reina. Un apeadero ferroviario. La carretera a Toro y Zamora. Encinas milenarias y pinos olorosos. Nocturnos con estrellas golpando el suelo. El Duero abrazando el lugar. Cinco mil universitarios. Infantería, artillería y caballería.
Ocres quebrados y árboles partidos por el rayo. Sol de justicia durante el día y frío al anochecer. Vida al aire libre. Instrucción y disciplina. Educación castrense. Estudiante y soldado. Discurso sobre las armas y las letras de Don Quijote. Canciones folclóricas de marcha. De zarzuelas y género chico.
Olé de tiendas de campaña en la inspiración poética del coruñés Tizón y sus vivencias. Sabor de terruño, gaita y lira. Los elementos de la filosofía clásica como ladrillos fundamentales de cohesión ciudadana. Todos somos uno porque todos somos otros. Lo que vale es el aprendizaje de criatura humana... Así presté juramento voluntario a mi bandera ofreciéndole hasta mi última gota de sangre...

Aprendizaje castrense

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