La desaparición de Ciudadanos

La renuncia de Melisa Rodríguez, portavoz adjunta de Inés Arrimadas en el Congreso, es la penúltima deserción en Ciudadanos. Un partido sobre cuyo futuro todo o casi todo está dicho a reserva -si se cumplen las predicciones de los sondeos- del epitafio que parece aguardar a esta formación política en las elecciones del próximo 4 de mayo en Madrid.


Estamos ante el hundimiento anunciado de un partido que no hace tanto disponía en el Congreso de más de medio centenar de diputados y en Cataluña fueron los más votados. Pero la “hibrys”, la soberbia que vuelve ciegos a quienes se creen más listos de lo que en realidad son llevó a su líder de entonces a un estado de ofuscación tal que creyó que podía adelantar al Partido Popular convirtiéndose en el jefe de la oposición. No supo ver que quienes le alentaban estaban alimentando su vanidad para conducirle al precipicio.


Ciudadanos pudo haber pactado con el PSOE de un Pedro Sánchez que navegaba medio noqueado por no haber conseguido mayoría parlamentaria propia suficiente para no depender de otros, pero Albert Rivera se equivocó y no reaccionó a tiempo. Después vino el hundimiento y la dimisión. Aquél pacto entre el PSOE y Ciudadanos habría cambiado la historia reciente de España evitando la posterior coalición de Sánchez con Pablo Iglesias que metió a la extrema izquierda en el Consejo de Ministros.


Aquella experiencia deberá haber hecho reflexionar a los nuevos dirigentes del partido naranja. Lo hicieron durante algún tiempo y aceptando su modesta representación establecieron alianzas con el PP en diferentes CC.AA. favoreciendo la alternancia. Pero duró poco. Inés Arrimadas decidió embarcarse con los estrategas de Sánchez en La Moncloa activando una moción de censura en Murcia con réplicas en Madrid y Valladolid contra gobiernos en los que participaba el propio Ciudadanos. El resultado es conocido. El tiro salió por la culata y Ciudadanos, al decir de las encuestas, está en trance de desaparición. Pocas veces tan pocos han dilapidado tanto capital político. Un hecho que podría explicar el llamado principio de Hanlon: “Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez”.

La desaparición de Ciudadanos

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