La prevalencia del verdugo

esta ecuación que tenemos por gobierno, que amalgama partidos a los que no les unen las ganas de trabajar en la sana gobernanza de los ciudadanos de España sino el enfermizo afán de demoler el Estado, ha transferido, de mano de su incógnita latina, Iceta, las cárceles vascas al PNV argumentando: “Se saldaba así una deuda”. No mintió, solo que no es la mía, es la suya, la de su partido, la de su gobierno, porque no me cabe abrazar a un gobierno que es capaz de quebrar el elemental marco de confianza ciudadana hacia la legalidad y su aplicación en igualdad de derechos y deberes para todos los ciudadanos. No hace mucho se le traspasó esta misma competencia al nacionalismo catalán y todos hemos podido contemplar sus consecuencias. Ahora le toca al PNV decidir sobre los presos de ETA y ya se ha apresurado Urkullu a anunciar un plan que potenciará el régimen abierto y la reinserción laboral de los presos y que se aplicara también a los de ETA, lógico, para eso se hace.
Así se va cerrando el círculo de esta infamia que ha sido la lucha contra ETA; hoy, la impunidad, mañana la legitimación, reescribir la historia, desmantelar los centros de memoria y desactivar las asociaciones para que los asesinos aparezcan como víctimas y sus víctimas como verdugos.
Cuando se transfiere una competencia de esta naturaleza, el depositario debe tener además de los recursos la legitimidad ética para ejercerla. ¿La tiene el nacionalismo vasco?

La prevalencia del verdugo

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