Viendo cómo se maneja esta señora –entendido como mujer de cierta edad, nada que ver con categoría social– ya estaba tardando en reclamarle a don Juan Carlos un dinerito para pagarse el psicólogo y la seguridad privada para, según ella, superar el acoso del monarca y los relaciones públicas a los que contrató para tratar de salvar su imagen. A estos últimos casi mejor que no les pague, porque de Corinna Larsen la idea generalizada sigue siendo que es un mal bicho. No es que lo digamos nosotros, ojo; sosiega, Corinna, que no está bien lo de matar al mensajero. FOTO: Corinna Larsen, antes de ser una pobre víctima | aec