Pequeños retazos de la tierra que habla y de la historia que quiere ser escuchada

Pequeños retazos de la tierra que habla y de la historia que quiere ser escuchada
vistas desde la colina donde se encuentra el castro de Aralde;

Suele decirse que Vilagarcía es llana como forma de ensalzar las facilidades que muestra para recorrerla. Olvida esta frase las cuestas que definen algunos de los rincones más olvidados, pero también más hermosos, cuyos suelos pueden esconder tesoros imperecederos. Caminos empinados que recorrieron los pobladores antiguos hacia lugares de fotos panorámicas. “Non é casual que teñan vistas asombrosas”, explicó el arqueólogo Xurxo Constela hace unos días, en los petroglifos de Sobreiras, con la Ría de Arousa a sus pies.

Pero si el Xiabre rupestre todavía está por descubrir, hay casos incluso más sangrantes. Empinado, aunque menos, se llega también a Aralde. Allí, sobre una colina que domina un amplio paisaje hoy en día formado por viñedos y casas, se encuentra un castro sobre el que apenas han trascendido datos. Cuenta el arqueólogo Alberto Martínez Gago en la revista EsMás que presenta una planta elíptica y dos recintos separados por un pequeño foso, y que en el sur habría una corona rodeada por una muralla, que la masa forestal impide visualizar. El mismo problema afectaría a posibles restos de viviendas.

Sobre Aralde, explica Marcelino Abuín en “Paisaxe mítica de Arousa. Legado histórico de Fermin Bouza-Brey” que su melodioso nombre tiene origen suevo. Para llegar al yacimiento no hay señalización de ningún tipo. Aralde nunca formó parte de ningún plan municipal de ámbito arqueológico. Tampoco, al menos en los últimos quince años, el castro de A Bouza, en Trabanca Badiña, pese a que en este caso sí se ha generado una extensa bibliografía a su alrededor. Este yacimiento, que se encuentra muy cerca de la EDAR, tiene una corona de forma circular y en la terraza, situada en la zona sur, se encuentran restos de un parapeto, según explica Martínez Gago.


El ara perdida


Sin embargo, el mayor misterio sobre este castro versa sobre un ara localizada por el padre del arqueólogo Juan Fernández Gil y Casal en 1890 y que en 1909 ya se daba por perdida. Del ara, que suscitó toda serie de debates sobre el significado de sus inscripciones e incluso sobre su paradero o existencia, solo se conserva una recreación hecha por el propio Gil y Casal del dibujo tomado al natural. Este asunto sigue centrando investigaciones actuales, como “Cartas y dibujos acerca de una inscripción romana desaparecida: El ara de Trabanca”, de Carlos Santos Fernández, publicado en 2016 en Cadernos de Estudos Galegos. A nivel social, sin embargo, es un auténtico desconocido. Un manto de silencio cubre también el reciente hallazgo, bajo el Castro de Alobre, de una cetárea romana, que sin embargo fue muy bien recibido por los expertos.


El papel de A Xaiba


En Cea, no muy lejos de los petroglifos sobre los que e intervino Citania de la mano del Concello, se encuentra el castro de A Xaiba. En el año 2018, Marea da Vila organizaba una visita a ambas zonas y defendía una intervención conjunta, con Xiabre como fondo. Constela incidía hace unos días sobre lo significativo de A Xaiba, al que Gil y Casal se refería como Castro Gudín, y del que señalaba que “es el más importante de todos por su nombre, por su altitud, que domina todos los otros, y es el que establece lazo de unión con los demás del interior del país”. Son solo algunos de los rincones en los que la tierra habla, pero espera a ser escuchada. 

Pequeños retazos de la tierra que habla y de la historia que quiere ser escuchada

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