Incienso socialdemócrata

Según las glosas opináticas y las consignas televisadas, el PSOE entró en valencia siendo sanchista y salió socialdemócrata. Pero más sanchista todavía si cabía. Socialdemócrata es, a partir de ya, el bálsamo de fierabrás que todo lo cura y que ha dejado ya restañadas todas las heridas. Ha vuelto Felipe en Dios Padre, le han hecho un busto a Rubalcaba, aunque han cogido como modelo a Bono y al muñeco diabólico, y a Page ya no ni le escuece la entrega al separatismo y los abrazos con Bildu.


El PSOE es ya otra vez, ha sido proclamado en el concilio de Valencia, socialdemócrata. Este será el mantra, repetido por todas las terminales e inciensado por todos sus voceros mediáticos, para seguir haciendo lo mismo, con el mismo gobierno y aún mayor desvarío por sus extremos y fondos pero clamando que se está muy, muy centrado y que se es muy, muy moderado. A Pedro le ha pasado lo que a Pablo, pero no el tertuliano descoletado que tenía de vicepresidente y que ha cambiado por María Magdalena, sino el de Tarso, el que se cayó del caballo y ahora nos va a vender la burra como si fuera un yegua pura sangre. Socialdemócrata, claro.


Será socialdemócrata todo, perseverar tercamente en el desguace de España y su Constitución, pisotear la lengua común y extirpar el castellano, plegarse al separatismo y abrazarse con los etarras derrotados y convertirlos en héroes y socios preferentes. Será socialdemócrata, y que nadie rechiste por tanto, el yugular libertades personales, establecer como igualdad los privilegios, porque son de “género”, abrazar todo delirio en la neocausas de la progrecracia, imponer el pensamiento único, dinamitar cualquier resto de reconciliación entre los españoles y aventar el odio y llamarle memoria a la tergiversación, sectarismo y bisojez histórica. 

Sera socialdemócrata hasta castrarnos los perros. Muy socialdemócrata.


Ese será el manto que todo lo cubra, el ungüento que todo lo sane. O mejor dicho, el magma propagandístico bajo el que ya encuentren cobijo todos los desafueros pasados, presentes y futuros. Pero en realidad eso es simplemente una tramoya, es el sombrajo. Nada tiene que ver con lo que lo sostiene, con los verdaderos pilares en los que el tinglado se sustenta.


Ni existe reconversión sanchista ni en esto pinta nada ni teoría política, ni ideología ni leches. Lo que ha sucedido, lo que ha fundido la estatua y lo que concita a todos alrededor del aclamado caudillo no es otra cosa que el poder. El de Pedro Sánchez, el que desparrama y con el que riega a sus fieles, que ahora ya son todos, lo llevan siendo desde que alcanzó la Moncloa, pellizquitos de monja aparte, y a nadie le importa todo lo que por ello haya traicionado y mentido. Es el poder, estúpidos y se le viste de socialdemocracia o de lagartera que da igual porque da lo mismo.


¿Y cual es la verdadera esencia y medula espinal de la estrategia para preservarlo y continuarlo?. Pues simple y llanamente el inmenso monto de dinero que llega de Europa. Esa es la gran apuesta, baza y esperanza del sanchismo. No hay otra. Y esa sí que tiene base y eficacia. Regar los predios necesarios y a mansalva con ese inmenso pastizal sin reparar en nada y menos en devolverlo y de aquí a dos años ganar de calle las elecciones. Así de sencillo. Y eso sí que me lo creo y no la milonga resucitada de que Sánchez es ahora un socialdemócrata.

Incienso socialdemócrata

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