Una pintada en la puerta superior de una nevera con una inscripción con erróneas referencias yihadistas es lo que se encontraron esta semana los dueños de una casa de campo en el lugar de Bretal, en la parroquia riveirense de Olveira, a la que les entraron a robar. Además de avisar de esos hechos a la Policía Nacional, cuya unidad científica realizó varias fotografías para iniciar una investigación al respecto, los propietarios también tomaron imágenes, que luego le mostraron a un amigo natural de Marruecos, que en un primer momento les indicó que esa pintada hacía referencia al grupo terrorista Daesh. Sin embargo, una comprobación realizada a mayores permitió descubrir que incurría en incorrecciones, pues el símbolo que figura en el medio debía de ir encabezando ese nombre y, además, deben ir más juntos.
Por ello, se sospecha que los autores de esa pintada pudieron tratar de desviar la atención sobre la autoría del robo que cometieron en esa vivienda, en la que hace unos años ya entraron con ese mismo fin y en aquella ocasión les llevaron herramientas. Esta vez, los ladrones se dedicaron más a causar destrozos que a llevarse un botín. El hecho de que apareciera todo revuelto y que la ropa y otros enseres que había en los armarios y estanterías estuvieran esparcidos por el suelo, hace pensar a los dueños que lo que iban buscando era dinero, aunque precisaron que nunca dejan nada de valor allí para evitar tentaciones.
Se cree que los cacos, entre las seis y media de la tarde del martes y las once de la mañana del miércoles, accedieron al recinto tras saltar el cierre exterior. Además de estar todo patas arriba, los dueños se encontraron yogures tirados por el suelo y una botella de cristal con licor de café rota, el mando de la TDT abierto y sin la tapadera y metido en agua en el fregadero. En la piscina hallaron cinco frascos vacíos, pero que antes contenían mejillones en escabeche, y se cree que se comieron, pero derramaron el aceite por varios sitios, y las bolsas con comida que había en un congelador estaban abiertas. Tras un primer recuento, el botín que se llevaron fue dos gallos congelados y una carretilla de plástico duro y de color rojo.