SANXENXO-“La quema del pilote surgió del miedo que provocó la agresión a miembros de SOS”

SANXENXO-“La quema del pilote surgió del miedo que provocó la agresión a miembros de SOS”
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Antes de que el Club Náutico comenzase la construcción de los pantalanes, muy poca gente en Sanxenxo conocia a Guadalupe Gómez. Hoy, esta mujer cuya infancia transcurrió entre París (a donde emigraron sus padres) y Lalín, se ha convertido en una de las caras más mediáticas de SOS Panadeira.
Llegó a Sanxenxo en 1987 y desde entonces esta localidad ha sido la “base de operaciones”, a la que siempre vuelve cuando su actividad profesional la obliga a alejarse. Se define como una “educadora social” incluso antes de obtener la titulación para ejercer. Se identifica con Balbino, el protagonista de “Memorias dun neno labrego”, que era “un rapaz de aldea; coma quen di, un ninguén. E ademáis, pobre”. Quienes han tenido ocasión de trabajar con ella durante estos meses se atreven a describirla como una mujer que “no es egoista, avariciosa, acaparadora ni envidiosa. No muestra fobias hacia las personas. No es inculta ni engreída”.

—¿Cómo comenzó su participación en SOS Panadeira?
Desde la toalla me iba a las concentraciones de los sábados. Conocía de vista a mucha gente pero no tenía mucho trato con ninguno.

—¿Y qué la llevó a aumentar su implicación?
Lo que primero me atrajo fue ver que haya tanta fuerza en un pueblo y que no esté puesta en valor. Aquí aprendí a valorar un montón de saberes y muchas personas que desconocía.

—¿Cree que toda esta energía se podrá canalizar cuando acabe el conflicto?
Ahora nos une un objetivo claro y eso es muy importante. Al acabar esto, si la gente quiere habrá que valorarlo, siempre que el objetivo sea social.

—¿Quién decide qué hacer en SOS Panadeira?
Aquí no hay ningún tipo de jerarquía. SOS funciona con un montón de energías que se juntan y de repente todo sale, sin saber muy bien cómo. Pero no hay ninguna organización seria, estructurada. Es más, creo que de haberla, SOS no resultaría. Esto consiste en poner en valor lo que sabe cada uno.

—¿No le parece un poco anárquico? ¿No echa de menos una estrategia?
Es posible. Aquí se cometieron muchos errores, pero vamos aprendiendo sobre el proceso.

—¿Su experiencia como educadora ayuda en este tema?
Claro. Funciono como portavoz pero no debería hacerlo. Yo tendría que estar entretejiendo las emociones. La gente es muy diferente, la media de edad es alta y todo el mundo viene muy condicionado por su vida. Mucha gente tiene miedo a exponerse públicamente. SOS Panadeira tiene mucho mérito porque hay personas de 65 años que salen por primera vez a la calle.
De hecho, estoy trasladando toda esta experiencia a un doctorado sobre Educación Intercultural que estoy cursando en la universidad mexicana de Veracruz porque me parece que lo que está ocurriendo aquí tiene escasos precedentes.

—El día de la quema del pilote ¿cree que la situación se les fue de las manos?
No. Todo estaba perfectamente controlado.

—¿Cree que esa acción sobraba?
Aquello emergió del miedo y todo lo que nace del pánico no resulta positivo. Lo que está claro es que SOS Panadeira era incapaz de garantizar que ninguno de sus integrantes volviese a ser agredido. El miedo hizo que muchos quisiesen hacer algo para que quedase claro que aquí no se le podía volver a tocar a nadie. La gente empezó a bajar sus bolsitas de ropa vieja y eso nos hizo compartícipes de que era un proyecto que no queríamos. Sabíamos que el pilote no ardería. Estaba vallado y la arena mojada. Asumimos que la quema pasó en nuestra presencia y que no hicimos nada para evitarla.
¿Se podía hacer de otra forma? Seguro. ¿Fue una decisión precipitada? Seguro. Yo soy totalmente contraria a la violencia, y le tengo pánico a la gente que es capaz de utilizarla.

—¿Cómo vivió usted la agresión de la madrugada del día 25?
Muy mal. Estoy muy avergonzada de mi comportamiento. Cuando llegué, cerca de las 8 de la mañana,  y ví a Javi (Villalustre) con el labio roto y escuché los gritos de Moncha no supe reaccionar. Los “socorros” en la oscuridad de la noche en la playa se me van a quedar grabados para siempre. Pero llegué y me pusé a sacar las vallas que habían instalado en la playa. Y no socorrí a mis compañeros. Asumí como normal el haber soportado la violencia. Y después, reflexionando un poco, me di miedo a mí misma.
Ese día sentimos que nadie nos respetaba. Portos nunca nos recibió. En el Concello nos mintieron una y mil veces. Estamos solos y sentimos que a ese medio centenar de personas que componen SOS y que son incondicionales, no podíamos garantizarles protección.

—¿Influyó mucho aquella madrugada en la decisión de SOS de asumir una resistencia pasiva?
Totalmente. Si yo reaccioné mal, ¿qué le voy a decir a estas personas mayores que nunca se vieron en una situación de tensión? ¿Y si pasa algo más grave?. Con el poder que tiene el Náutico, no entiendo porqué recurrió a aquella atrocidad.

—¿Y este cambio de rumbo no puede interpretarse como que SOS se diluye?
En absoluto. La militancia de esta Plataforma no lo permitiría. Sanxenxo demostró que tiene muchos vecinos dispuestos a trabajar por una concienciación colectiva en defensa de nuestras playas y perdiendo el miedo cada día un poco más. n

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