Los ingleses, los bueyes y un susto aristocrático

Los ingleses, los bueyes y un susto aristocrático
entierro de un marino inglés, probablemente en 1919 o faiado

La segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX estuvieron marcadas en Vilagarcía por las visitas de la armada inglesa, que tenía a la ciudad arousana como uno de sus puertos bases. La relación entre el municipio y la escuadra británica ha dejado en la memoria de los vilagarcianos un sinfín de recuerdos y también numerosas crónicas en los periódicos de la época.

el duque de edimburgo estuvo a punto de perder la vida en una de las visitas de la marina al caerse en un pozo de seis metros de profundidad

El diario “El Sol” cuenta en su edición del 30 de enero de 1921 la llegada de una escuadrilla de torpederos al puerto vilagarciano. Los marineros decidieron no salir a tierra, por donde sí se dio un paseo la “oficilidad de los buques”. Lo que estaba claro es que los ingleses venían con hambre pues, tal y como narra la crónica, “constantemente llegan reses de los pueblos del interior para el abastecimiento de la escuadra. Los bueyes han sido pagados por tres mil pesetas, precio que jamás alcanzaron”. En cualquier caso, la relación entre los marinos ingleses y los vilagarcianos era intensa y algunos recuerdan como las mujeres iban al puerto a llevarles camelias, tal y como aparece recogido en el blog de O Faiado da Memoria.

Una de las visitas más concurridas fue la que tuvo lugar en enero de 1911, en la que participaron 26 unidades (doce acorazados y catorce cruceros) y una tripulación de 17.230 hombres. “Inmediatamente de fondear fueron a bordo del buque insignia el alcalde, el comandante de la Marina y el viceconsul de Inglaterra”, relata el Diario de Galicia. El fútbol fue uno de los vínculos de los ingleses con los vilagarcianos y el inicio de un gran pasión por este deporte que ha trascendido de generación en generación.

 

cementerio inglés

El establecimiento del cementerio inglés en Vilagarcía fue obra de uno de los vicencósules que más huella ha dejado en el municipio, Cameron Walker, socio fundador del Real Club de Regatas. Las defunciones de marinos que ocurrían a veces en la ría y otras en la misma ciudad fueron la razón principal de esta obra, ya que el cementerio municipal era católico. Una actuación que se convirtió en realidad en 1911 y que llegaría tarde para Federico de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, el duque de Edimburgo, quien en junio de 1862 durante una visita a Vilagarcía como almirante de la escuadra inglesa se llevó un buen susto que obligó a la Gaceta de Galicia a hacer una edición especial.

Y es que mientras estaba pescando en el Río Umia, cerca del puente de Baión, resbaló y se cayó en un pozo de seis metros de profundidad y peligrosas corrientes. A por él se lanzó el Coronel Harbord, íntimo amigo de su alteza. Ambos estuvieron a punto de desfallecer hasta que un trabajador del ferrocarril los vio y dio el aviso. Así lo cuenta el diario santiagués, que finaliza su crónica dando la enhorabuena a ambos. La verdad es que no es para menos.

Los ingleses, los bueyes y un susto aristocrático

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