De ronda

Vilagarcía, la octava ciudad de Galicia, hace bien en reivindicar esta condición en todos los foros. Siempre que se habla de inversiones, la dotación de servicios o la mejora de infraestructuras se prioriza casi siempre a las siete grandes ciudades gallegas y da la sensación de que la siguiente, o sea, la capital arousana y con ella toda la comarca, se queda atrás cuando no debería ser así.

El alcalde vilagarciano se desplazó a Madrid para tratar de influir en la Comisión de Fomento para que se tengan en cuenta algunas de las reivindicaciones históricas de la ciudad. Es posible que sus intentos no fructifiquen, pero esa es la obligación de quien quiere que su ciudad progrese y que se invierta en ella lo que merece.

La lista de necesidades es enorme, pero para empezar, precisa un nuevo cuartel de la Guardia Civil. Ya es hora de que este asunto deje de convertirse en una muletilla electoral y se elabore un proyecto con presupuesto para que sea realidad lo antes posible. Desde el gobierno central manejan el horizonte de 2020, pero eso suena a “déjenme tranquilo y no molesten”, por lo que es preciso perseverar y en ello están.

De todos es sabida la importancia del ferrocarril en Vilagarcía, con una cifra de pasajeros de las más altas de Galicia, por lo que la estación intermodal es casi una obligación, sobre todo si se tiene en cuenta que una buena parte de los proyectos previstos se realizarán con fondos europeos.

Habrá quien critique el viaje de Alberto Varela a Madrid, ya que la mayoría de las reuniones las mantuvo con dirigentes socialistas que no tienen responsabilidades de gobierno, pero serán ellos la voz del alcalde cuando planteen todas las necesidades de Vilagarcía en los foros adecuados y ese sería el pistoletazo de salida para nuevas y más intensas gestiones.

Como la que hizo ante Fomento para la liberalización de la desembocadura del río de O Con. Ha pasado una década, pero todos tenemos en la retina las imágenes de las inundaciones que en 2006 afectaron a toda la comarca arousana y de forma especial a Vilagarcía, que quedó totalmente anegada. Por fortuna no hubo que lamentar víctimas pero sí daños materiales cuantificados en cientos de miles de euros. El debate posterior se centró en qué debía hacerse para evitar que se repita una situación similar. La limpieza del río fue la acción inmediata y recurrente, pero quedaba lo más importante, cómo liberar la desembocadura de O Con para que no desbordase cuando la crecida coincidiese con la marea alta.

Se abrió un intenso debate en la ciudad y los expertos en la materia, llámense los técnicos de Medio Ambiente, concluyeron que no había vacuna y solo quedaba extirpar, es decir, “dinamitar” el puente de Vista Alegre. Hasta se habló de su historia, de su utilidad y demás aspectos para justificar una idea que desde siempre ha sido desechada por los gobernantes locales.

Descartada esta posibilidad no queda otra que ahondar en la necesidad de que el río disponga de más espacio justo donde confluye con el mar, pero ahí se encuentra una nave de una conocida empresa que se mantiene operativa. El alcalde, Alberto Varela, pretende derruirla pero el propietario dispone de una concesión y con todo el derecho del mundo la hace valer. De ahí que la visita del primer edil a Madrid en busca de soluciones es positiva, porque son cuestiones de interés general y ante ello si un gobernante tiene que ir de ronda por las administraciones, debe hacerlo.

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