Desafíos antidemocráticos

ste pasado jueves he vivido un extraño déjà-vu en pocas horas. Por la mañana, en los corrillos del Congreso de los Diputados resonaban en las moquetas las preocupaciones de unos y otros por lo que se vivirá este fin de semana en Cataluña. El desafío, el golpe en lo más profundo de la Democracia, el intento de asalto a lo más sagrado que tenemos, que es la Constitución y sobre todo las fobias que conducen a que unos hermanos se enemisten con los otros. Tras eso, corriendo al aeropuerto para llegar a Ravella, cambiar el chip, y encontrarme tres cuartos de lo mismo. Más desafíos, más palos en las ruedas, más enemistades, más rupturas, más fobias…
Sé de buena tinta que son dos realidades opuestas pero con un nexo evidente: La política es la única herramienta que puede resolver una y la otra. Mil y pico kilómetros de distancia física y otros tantos de distancia ideológica que no se pueden comparar por las peculiaridades del tema catalán y del tema vilagarciano. Pero al final, siempre hay un bando, el de los que queremos el bien común y el otro, el de los que buscan la guerra para fracturar. 
¿Similitudes? La primera y más evidente es que dos neopolíticos como Gabriel Rufián y Miguel Alves lo único de lo que hablan es de impresoras. Uno por hacer la gracia y otro por hacer el ridículo. La segunda es que el bando de los que lo quieren romper todo es frágil de nacimiento. Aglutinar a fuerzas como Esquerra, la CUP o el PDCat más los satélites oportunistas conlleva un alto riesgo de incendio interno. Más o menos igual que juntar al PSOE, el BNG y el descubridor de la pólvora que sigue sin entender que “si anda como un tránsfuga y vocifera como un tránsfuga, al final, va a ser un tránsfuga”. Y quizás la más dura: que la mentira y el engaño sea siempre el vehículo al que se suben algunos para que otros les sigan. Lo digo por el pseudoreferéndum que nunca ha sido, es ni será nada parecido a eso, por la campaña publicitaria y mentirosa contra la Lei de Saúde o porque en Vilagarcía el gobierno solo hable con quien le firma cheques en blanco para vender, casi gratis, sus almas.
Es lo que tiene entender los gobiernos como los partidos. Prima siempre el interés partidario y solo cada cuatro años, (y porque no queda más remedio), se giran hacia la gente. La misma a la que engañan, dirigen y marean para que pongan la cara de lo que cuatro deciden a puerta cerrada. 
Lo más duro de entender es cómo una comunidad autónoma como Cataluña ha caído en manos de quien quiere levantar muros y fronteras al tiempo que cavan una zanja tan profunda como sus instintos más oscuros. Cómo un sistema de Sanidad, envidiado por toda Europa y el resto del mundo, es atacado a diario por quien tendría que ser el primero en querer mejorarlo. Y cómo un Concello como el de Vilagarcía ha entrado en barrena porque un díscolo, expulsado y tránsfuga cree vivir su momento de gloria sulfatando mentiras, insultos e incoherencias cada vez que le toca intervenir. Ser la llave circunstancial para que te usen como un pañuelo parece ser el destino de alguno. La mayor irresponsabilidad recae en quien usa esa llave, que más bien es una ganzúa para allanar la propiedad de la ciudadanía, mientras atacas a media corporación y por tanto a media Vilagarcía. Por muchas vueltas que se le dé, lo malo que tienen las “llaves” es cuando se hacen copias, porque nunca será como la original (la que sigue dictando al oído cómo hacer más el ridículo que la vez anterior). En el último pleno, en el que le cayeron reproches y zascas de todas las bancadas, hubo quien preguntó si este era el eslabón perdido de la política… se le explicó que sí, pero que le gusta que le llamen el “eslabón no adscrito”…

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