Decisiones

Minuto 75 de un partido cualquiera, vamos ganando por la mínima, nos domina el rival, urge tomar decisiones, veo para los lados, para atrás, me siento, hablo con mi ayudante. A quién metemos, qué hacemos, cambiamos el sistema, nos replegamos, presionamos arriba, son algunos ejemplos de preguntas que nos rondan la cabeza a nosotros los entrenadores, preguntas que requieren de soluciones rápidas y efectivas para que la dinámica del partido pueda variar.
Ya está, decisión tomada, la ejecutamos y esperamos que nos salga bien, que pasen esos últimos 15 minutos y tengamos el control del juego que habíamos perdido. Acaba el partido, llegas a casa, desconectas unas horas y… toca reflexionar, te preguntas si acertaste con los cambios, si diseñamos un buen plan de partido, si tras tomar decisiones el efecto fue positivo en el equipo… Esto último debería ser lo más valioso para los entrenadores puesto que hay partidos que ganas sin merecerlo y no por las decisiones tomadas.
Es muy importante entrenar bien por la semana, piensas o intuyes cómo te va a jugar el rival, apuestas por un sistema de juego, haces hincapié en los matices que crees que serán importantes para el partido y finalmente decides una alineación. Todas estas son decisiones previas al comienzo del juego, no obstante, lo que marca la diferencia es la capacidad de análisis de lo que está sucediendo en el partido y la rápida reacción en tomar una decisión con el objetivo de que sea la acertada.
Partidos hay muchos y con muchas variables: resultado a favor o en contra, dominamos o nos dominan, atacamos o defendemos… pero, en un deporte que varía más que el viento o las nubes, se nos exige tomar buenas decisiones, porque ellas serán las que en la mayoría de los casos te lleven al lugar que tú pretendías antes de tomarlas. 

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