El empate no bastó ayer en A Lomba para que el Arosa pudiese entrar a jugar la fase de ascenso. Era la aspiración que, en la recta final de liga, se terminó materializando después de jornadas de una profunda crisis que llevaron a los pasados cambios en el banquillo. Hubo esperanza hasta ayer. Ahora toca digerir lo sucedido y comenzar a analizar los próximos pasos a dar.