Si hay una palabra que defina en estos momentos a Diego González Rivas (A Coruña, 1974), aparte de éxito –tuvo que repetir la presentación de su libro la semana pasada en el Espacio Avenida porque se quedó la mitad del público fuera–, es ocupado. Tiene cubierto cada minuto de su tiempo, así que la entrevista tiene lugar en el hospital San Rafael, donde tiene programadas varias cirugías, y en los ratos libres que consigue sacar entre informar a los pacientes de cómo ha salido todo y lo que tienen que hacer tras la intervención y realizar el tedioso papeleo que conllevan siempre las operaciones.
¿Cuál es su primer recuerdo de la ciudad?
Jugando en la plaza de Vigo, de muy pequeñito.
¿A qué colegio fue?
Al Obradoiro.
¿Y qué recuerdos tiene de la época escolar?
Yo era una persona muy inquieta, que estaba metido en todos los fregados, en todas las revueltas, me echaban de clase...
¿No era buen estudiante?
Era un estudiante normal, que sacaba muy buenas notas en algunas cosas. En Matemáticas o cosas así. Cuando no tenía que estudiar, sacaba buenas notas. Pero a lo mejor suspendía Gallego. Nunca fui de buenas notas, lo que pasa es que tenía unos coeficientes muy altos y los profesores intentaban enderezarme.
¿Era muy rebelde?
Era muy rebelde, era pasota... Siempre aprobé todo pero ahí, justo, sin destacar. ¿Y qué pasó? Que cuando les dije que quería estudiar Medicina fue cuando me pusieron las pilas. Estoy muy agradecido al Obradoiro porque me enderezaron y me llevaron por el buen camino.
Es que, para hacer Medicina necesitaba muy buena nota.
Claro, yo les conté que quería hacer Medicina y me dijeron: “Pero no te da”. Entonces, en COU, me puse a estudiar un montón y saqué unas notas buenísimas. Luego saqué buena nota en selectividad. Y entré por eso.
“Estaba metido en todos los fregados, las revueltas, me echaban de clase... Estoy muy agradecido al Obradoiro porque me enderezaron y me llevaron por el buen camino
¿Siempre tuvo claro que quería estudiar Medicina?
Sí. Mi madre era enfermera, yo iba con ella al hospital, lo veía en casa de toda la vida... Me fascinaba lo del mundo médico, el olor del hospital, esas cosas.
El olor del hospital, que a la gente le suele echar para atrás...
Sí, pero a mí me gustaba. Y me gustaba esa sensación de estar allí. Veía que la gente entraba mal y salía bien, era como... magia.
Hay quien le recuerda estudiando en los ratos muertos con el típico trabajo juvenil de poner copas.
Eso fue en COU y en la Selectividad. Hasta el último día, estaba estudiando.
¿Y en qué pubs era eso?
Estuve en un montón de sitios. En Marengo, en Punto 3, en Pachá, en Oh! Coruña, en Kanal Oh!
Sí que son un montón de sitios...
Sí, me lo pasaba bien el fin de semana y sacaba un dinero extra. Como yo no bebía... Estaba allí, en la barra, y me pasaba toda la noche de maravilla, me divertía, era bueno para ligar... Esas cosas. Y me sacaba un dinero porque me gustaba mucho ir de viaje.
Lo de ir de viaje lo ha llevado al extremo porque ya se ha recorrido medio mundo...
Ahora es una locura.
¿No está un poco cansado ya de tanto viajar?
No, me fascina viajar, recorrer el mundo, explorarlo...
¿Pero le queda algo por conocer?
Quedan sitios, siempre quedan sitios.
¿Por ejemplo?
Yemen, Siria, Groenlandia... Hay unos cuantos sitios donde no he ido, el mundo es muy grande.
¿Y qué echa de menos cuando está fuera de A Coruña?
La tranquilidad, A Coruña es una ciudad muy tranquila. La calidad de vida que hay aquí es insuperable. Yo ahora vivo en muchas ciudades del mundo; en Shangai paso muchas horas, en Madrid, en Lisboa... y me doy cuenta de que la calidad de vida que hay aquí no la hay en ningún sitio. La comida, el marisco... Y luego, claro, la familia, mis amigos. Echo de menos todo eso. Y el surf.
¿Su casa sigue estando aquí?
Sí, mi casa está aquí, en Coruña.
¿No ha pensado en asentarse en otro lugar desde donde sea más fácil moverse por el mundo? Como Madrid, por ejemplo.
Opero todos los fines de semana en Madrid. Opero en grandes ciudades, tengo que estar en sitios donde hay mucho volumen quirúrgico. En Shangai es donde más tiempo paso. Lo que pasa es que no es seguido: son tres semanas allí, operando a tope y con un montón de training, y luego viajo por todo el mundo.
De forma que, al final, en A Coruña es donde menos tiempo pasa.
Muy poco. Vengo a operar.
Y a hacer surf, si se tercia. ¿Dónde le gusta hacer surf?
Donde puedo. En Caión, Razo, Barrañán... Cuando vengo aquí, cojo el coche y me voy con mis amigos a la costa y es como una liberación. Ahora todas esas cosas las disfruto más que antes. Cuando te dan las cosas a cuentagotas, lo disfrutas mucho más.
¿De qué presume de A Coruña cuando está fuera?
De la comida, de las playas... Sobre todo, del marisco. Yo estoy en muchos sitios donde está lo más top del mundo. Shangai es una ciudad insuperable, como ciudad, pero yo siempre digo: “A Coruña es una ciudad preciosa, y tiene el mar, el Paseo Marítimo, se puede hacer surf y, aparte de eso, se come increíble y tiene el mejor marisco del mundo”. Toda esa combinación no la tienes en otros sitios. En Madrid, a nivel laboral, tienes más oportunidades, pero no la calidad de vida que tengo aquí. Si tuviera que elegir... A Coruña es la ciudad en la que voy a vivir cuando acabe mi etapa profesional. Quiero vivir aquí, no quiero vivir en otra ciudad. Si aquí tuviese lo que tengo en Shangai, estaría en Coruña.
Sé que sus pacientes tienen su teléfono. ¿Cuántos wasaps puede recibir al día?
Miles. Hoy he hablado con treinta, a lo mejor. Hablo con los pacientes todos los días.
“Hablo con los pacientes todos los días; esa persona ha puesto su vida en tus manos, ¿por qué no va a tener tu teléfono? Son muy respetuosos, a mí nunca me ha agobiado nadie
Hay cirujanos a los que no les gusta el contacto tan directo...
A mí me encanta. Es fundamental. El paciente está debilitado y es medicinal lo que haces: con la voz, con el tacto... Soy muy cercano porque creo que hay que ser cercano. Esa distancia de “hable con mi secretaria”... Esa persona ha puesto su vida en tus manos, ¿por qué no va a tener tu teléfono? Son muy respetuosos, en general. A mí nunca me ha agobiado nadie. Me puede mandar veinte mensajes al día, yo respondo cuando puedo, ellos saben que estoy ocupado.
Y todo eso a pesar de que se ha convertido en una estrella mediática y ya le conocen por la calle.
Sí, en Madrid me conoce la gente por la calle, que es algo que me sorprende bastante.
Preguntas cascarilleiras |
Si tuviera que elegir, ¿churros de Bonilla o churros del Timón?
¿Jardines de Méndez Núñez o monte de San Pedro?
¿Calle de la Estrella o calle de la Barrera?
¿Bebe agua de Emalcsa o prefiere el agua embotellada?
¿Playa de Riazor o playa del Orzán?
¿Se mueve por la ciudad más bien a pie o va motorizado?
¿Es más bien de helados tradicionales como los de la Colón o de sabores más modernos?
¿Y cuál es el suyo?
Un sabor muy clásico.
¿Es más de una verbena o de un concierto?
¿Alguno al que haya ido recientemente o que le haya gustado mucho?
¿Disfruta más de Carnaval o de San Juan?
¿Dice más veces chorbo o neno? |