De primero de democracia

De primero de democracia
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en un acto de su partido | europa press

Hace unos días, la vicepresidenta Nadia Calviño, ser vino arriba en un acto del partido socialista en Galicia y reprochó a Feijóo no poner fecha para un encuentro con el presidente Sánchez. Crecida ella, quiso darle una lección al líder del primer partido de España porque, según ella, cuando Sánchez llama a Moncloa hay que acudir raudo y en primer tiempo de saludo. Feijóo pide que Moncloa le anticipe un orden del día de la reunión para estudiarlo y, en su caso, proponer otros asuntos que preocupan al partido popular. Parece de sentido común que cuando alguien es llamado a una reunión sepa de que se va a tratar, pero en este caso y tratándose de Sánchez, yo diría que es obligatorio. Fíjense como será, que, hasta los propios socios del presidente, se fían tan poco de él que exigen un verificador en las reuniones que mantienen en el extranjero y, si sus propios socios no se fían, como para que se fíe el jefe de la oposición. Indigna sin embargo que a Calviño le parezca de primero de democracia que cuando el presidente llama haya que presentarse de inmediato, pero no diga ni “mu” cuando sus socios parlamentarios no aparecen cuando deben de ir a ver al jefe del Estado para la ronda de consultas previa a la investidura de un candidato. Que ERC, Junts, BNG o Bildu le den un portazo al Rey no le parece antidemocrático a Calviño, solo le duele aquello que molesta a su jefe Sánchez. Pero si hablamos de democracia, el partido socialista no puede ya dar ninguna lección a nadie. Su blanqueamiento de los herederos de ETA y la entrega a los mismos del ayuntamiento de Pamplona los retrata y el Psoe hace suya la idea separatista de que Navarra pertenece al país vasco y rompe toda la tradición de aquel Psoe constitucionalista que no se vendía por unos votos para una investidura. Pero la verdad es que este Psoe es irreconocible y de sus más de cien años de historia, con luces y sombras, no queda nada. Eso sí, en cortinas de humo para despistar son unos fenómenos y si hay que sacar a pasear el fantasma de Franco lo sacan o si tienen que explotar unas declaraciones de algún líder de otro partido pues ponen la maquinaria mediática para lapidar al mismo, todo con tal de que no se hable de los muchos problemas que tiene el endeble gobierno presidido por Sánchez. Llama la atención la poca repercusión que la huida de Podemos al grupo mixto ha tenido tras la nueva traición de Yolanda Díaz a sus ex compañeros y ahí hay un problema no resuelto para Sánchez porque los cinco votos de Podemos son tan importantes para él como los de Puigdemont o Junqueras. El nombramiento de Oscar Puente como ministro es una clara evidencia de la dialéctica bélica que Sánchez quiere mantener con los grupos de la oposición y nada bueno cabe esperar de la concordia o el entendimiento que tanto beneficiaría a todos los españoles en estos momentos de incertidumbre. Calviño se va del gobierno a presidir un banco europeo, pero parece dispuesta a pagarle el favor a Sánchez a bese de pronunciar disparates. Atentos todos porque este gobierno de equilibrios imposibles caerá y no por el ejercicio de la oposición sino por la incomprensible composición de la mayoría parlamentaria que lo sostiene. Ojo al dato. 

 

 

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