Pasajeros al tren

La pretendida rebaja del billete de tren en el eje ferroviario A Coruña-Vigo quedó en saco roto, de momento. La propuesta defendida por el grupo socialista a través del diputado arousano Julio Torrado, quien argumentaba las razones que previamente se habían aprobado por unanimidad en el Pleno de Vilagarcía, se fue al limbo parlamentario en el que se almacenan las ideas, buenas o no, de los grupos de la oposición.
Desde luego, la opción de pagar menos, ya sea por viajar en tren o por cualquier otra cosa, siempre resulta atractiva y, evidentemente, suscita interés ciudadano. Y por la misma razón acusar a otro de impedir la rebaja solicitada para dejarlo en mal lugar ante la opinión pública supone un alarde de oportunismo político.
En este caso concreto, Vilagarcía pretendía que el trayecto se considerase de Cercanías y no de Media Distancia, un aspecto determinante a la hora de fijar precios que en el caso de las cercanías son más reducidos. Sin embargo, el PP argumenta el voto autonómico en contra expicando que este cambio de categoría implicaría una merma en la calidad del servicio con trenes de menores prestaciones y velocidades más bajas que a la postre motivarían quejas entre los usuarios.
Lo cierto es que el eje ferroviario A Coruña-Vigo es uno de los más rentables de España con unos cuatro millones de viajeros al año, según datos que maneja Renfe. Esto acredita la productividad de esta línea y, por tanto, no es descabellado solicitar la rebaja y, en todo caso, aparejarla a una mayor frecuencia de los ferrocarriles para atender la demanda.
Al margen de los intereses partidistas y de las acusaciones de unos y otros, lo más adecuado en temas en los que en el fondo todo el mundo está de acuerdo, lo más aconsejable sería ir de la mano, sobre todo si hay un acuerdo plenario unánime detrás. En cuestiones de interés general las discrepancias políticas deberían quedar al margen porque lo que toca es actuar de forma conjunta y coordinada en función de las competencias de cada uno en la materia. A todo esto, al Gobierno gallego no le costaba nada atender la petición vilagarciana e instar a Fomento a que le diga a Renfe que rebaje el precio del billete.
De este modo evitarían que unos queden con la imagen de ser los grandes defensores de los intereses vilagarcianos y los otros como los que se niegan por sistema a cualquier progreso en la ciudad. Ya sé que esto no es así, pero es lo que queda en la retina de los vecinos ante las explicaciones de los protagonistas. Llegados a este punto cabe señalar que la función de un gobierno no consiste únicamente en desgastar a la oposición y la de quien quiere ser alternativa no puede tampoco ponerse en frente de todo. Tendrían que encontrar un punto intermedio en cuestiones que se consideren estratégicas o de interés general y trabajar juntos para evitar la tentación de poner intencionadas etiquetas de buenos y malos que a nada conducen y solo enquistan.

Pasajeros al tren

Te puede interesar