El verano está llegando a su fin y Sanxenxo le puso ayer el broche de oro con una multitudinaria edición de su mítica Feira da Cebola. A falta de datos definitivos, el propio Concello subrayó la elevada asistencia y se cree que puede ser una de las más concurridas de los últimos tiempos. El programa arrancó con una recepción de autoridades y homenajeados en la Casa Consistorial, y prosiguió con el tradicional paseo por los puestos, que este año sumaron 60.
Los cultivadores exhibieron sus mejores ejemplares y vendieron sus productos a los asistentes; muchos de los cuales adquirieron grandes cantidades de cebolla de cada una de las variedades en exhibición. Destacó un ejemplar de 1,618 kilos cultivado por Manuela Gómez Agís, que se llevó el premio al más grande; un título que ha conseguido en múltiples ocasiones anteriores. No hay quien gane a esta cultivadora, pero Merinda Rita Pombo Aguín estuvo muy cerca con un ejemplar de 1,588 kilos que, junto a otra veterana del certamen, Yudite Martínez Dos Reis, con una cebolla de 1,230 kilos, fueron merecedoras de sendos accésites.
No faltó uno de los galardones más tradicionales y que es un punto de parada obligado en el recorrido de los visitantes de la feria: la ristra más larga. Con 338,95 metros, Dos Reis se llevó el primer premio de la XXXIV Feira. También se entregaron un segundo y un tercero a Celsa Fernández Leiro y Sara Martínez Dos Reis, que alcanzaron los 148, 20 y los 58,6 metros respectivamente, y Josefa Villaverde Prado recibió un accésit del jurado, con 3,2 metros de ristra de cebollas.
Las composiciones artísticas también tuvieron un merecido reconocimiento. La ganadora fue el “Aviador Piñeiro”, de Iria Piñeiro, y el segundo y tercer premio se lo llevaron María de los Ángeles Cacabelos (Pazo Duques Patiño) y Gloria Padín Dopazo (Molino), respectivamente. Asimismo se reconoció el trabajo de Fernández Leiro y José Carlos Prieto Padín, que creó un curioso carro a base del producto estrella.
Uno de los momentos más emotivos –y no porque la cebolla haga aflorar las lágrimas– fue la entrega de la Cebola de Ouro a Victoriano Andrés Otero y Alejandro Izuzquiza Ibáñez de Aldecoa. Este último, ofreció un ameno discurso de agradecimiento en el que se preguntó si es legal veranear en otro lugar que no sea Sanxenxo porque, tras 30 años pasando sus vacaciones en esta villa, lo contrario le parece casi merecedor de “sanción”. Por su parte Otero, exfuncionario municipal, hizo un repaso por la historia del evento del que fue uno de sus principales impulsores y defensores, así como de las posibilidades turísticas de la localidad en tiempos donde su fama no estaba tan extendida. También ofreció algunas anécdotas, recordando por ejemplo una suelta de vaquillas en la playa de Silgar, hace ya años y que espantó a algún turista y a un edil de la oposición política de quel momento. El alcalde, Gonzalo Pita, y el diputado provincial, Javier Dios, se encargaron de entregar este distintivo durante una edición en la que no faltaron la música y otros detalles festivos.