El mar: Cuna de pescadores y esposas sufridoras

En el café matinal en nuestro casino veraniego “Vento”, Vicente Montes Lobato, amigo y marinero de grandes experiencias. Nos detallaba la dureza del fanear en los años 50.
    Es de estatura baja, bien proporcionada. De gran fortaleza física y mental. Sonriente, alegre, siendo imán de los visitantes a nuestro puerto, de Sanxenxo. Impregnaba su empatía en las damas y sus acompañantes, ya por su seguridad en las maniobras marítimas, ya por su encanto natural. “Unos ojos pícaros de hechicería gallega”. 
    Siempre en silencio, atento en nuestras disputas del café, que eran obsequiadas con reprimendas de la paciente Susa. Joven y dueña de la cafetería. Muy buena clienta de las farmacias para subsanar los cantos de gallinero de nuestro amigo Albino. Sus manifestaciones nos encandilan:
    “Meu pai levoume ô mar con nove ans. Íamos a pesca en gamelas, a remo. Moitas noites, ata Bueu, Ons…, onde cuadrara. ¡Moito esforzó! Mans feridas polo remo, o corpo sufrindo os envites das olas, o frío, os caprichos do mar”.
    Un nueve de agosto del 1950 nació en Sanxenxo. Con su amena sencillez fue narrando sus primeras etapas en el duro caminar de la vida.
    Cansados del remo, su padre compró una dorna. Salieron del puerto, izaron la vela, y volcaron. Todos los colegas fueron en su ayuda y se escojonaron de su padre y de su dorna. Volvieron a su antigua usanza: remar. Salían, echaban el curricán.. Entraban caballas, abadejos, y otros despistados peces. Sus especialidades eran: La línea; capturaban fanecas. En aquellos tiempos abundaban. El palencre, pescaban congrios y otros peces de tamaño.
    Salían muy de mañana, de noche con estrellas, con nubes; regresaban ya amanecido. Los esperaba su madre. Cogía el peixe en unas cestas e iba por los pueblos. Los trocaba por leche, huevos, carne. Eran un trabajo muy fatigoso para toda la familia.
    “Éramos muy festeiros, os rapaces de onte. Íamos a remos a festas de Marin, de Bueu, con 12 ans”. Meu pai tiñan bon conocemento das mareas e tuvimos poucos sustos. Recordo que na Carabuxeira baixaba unha bruxa. Os mariñeiros sentábanse dandolle ó cu, pois o mirala a bruxa era signal de peligro. Moitos nos saían a fanear. Nos, sí”.
    A los 17 años fue voluntario a la Marina. Al licenciarse se embarcó en un petrolero. Navegó unos años des Maracaibo a New York. Murió su padre. Regresó y entró de marinero en el Club Náutico de Sanxenxo, desempeñando sus prestaciones cuarenta años. En su jubilación fue  obsequiado con una bandeja conmemorativa y un reloj de plata.
    Vivió la transformación del Club y conoció a varios presidentes. De todos ellos guarda hermosos recuerdos. Con el que más intimó fue con Don Manuel Pose, hombre sencillo, humano y de buen carácter.
    Lleva cuatro años jubilado. Los veranos es llamado por personas a las que cautivó su destreza marina y su empatía. Les acompaña en sus yates, ya de pesca, ya de ruta turística.
    Un hombre que se hizo a sí mismo. Sufrió las consecuencias de una guerra estúpida: de niño tuvo que trabajar duro…. ¡Encontró tranquilidad en las últimas décadas! 
    Otras muchas luchas del entonces no llegaron a feliz puerto; caminaron en miseria, muriendo en el mar, en enfermedades del duro faenar. En este personaje, memoramos a todas las mariscadoras, pescantinas, marineros de nuestras rías. ¡Que la fortuna os acompañe!

 

El mar: Cuna de pescadores y esposas sufridoras

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