EL todopoderoso Caballero, don Abel, ha vuelto a colgarse del cinto el Magnum 45 con el que impone la ley a este lado del río Lagares. Pero esta vez no ha usado el arma en la calle, como cuando interpretó a Harry el Sucio –“Voy a acabar con la inseguridad en las ferias. Los delincuentes no van a tener respiro”–, sino en el salón de sesiones del Ayuntamiento. Ha transformado el libro de instrucciones del revolver en reglamento municipal y ha quedado proscrita la exhibición de carteles y pancartas durante los plenos y se ha limitado el control de la oposición sobre el Gobierno... ¡Con todo lo que él había protestado contra la ley mordaza de Rajoy!