Entre la contundencia y la mesura

El alcalde de Sanxenxo hace bien en tratar de atajar los desmanes de la movida nocturna poque es consciente de que sus efectos repercuten negativamente en la imagen del municipio y, sobre todo en la marca turística, un bien que ha situado a la localidad como un referente del sector en el noroeste español. El control de la noche debe ser una tarea de todos, comenzando por los políticos, las fuerzas de seguridad, los hosteleros y los propios ciudadanos. 
Durante los últimos años Sanxenxo no solo ha sido conocido por sus virtudes paisajísticas, sino también por su ocio nocturno, que ha generado una industria que da trabajo a decenas de personas durante estos meses. Sin embargo, lo que comenzó siendo el lugar elegido para la diversión por el ambiente ha ido degenerando puntualmente hacia el “pandilleo”, las peleas, suciedad, ruidos e inseguridad en algunos lugares concretos del municipio por culpa de unos pocos, ya que la mayoría mantienen el espíritu inicial.
Este es un problema que no solo se circunscribe a Sanxenxo, ya que afecta también a una buena parte de las localidades turísticas de España. Ahí están los ejemplos de hordas de jóvenes extranjeros que invaden un pueblo tranquilo para emborracharse hasta no poder más en viajes organizados de fin de semana o de despedidas de soltero.
La movida nocturna no está reñida con el turismo de calidad. Es más, debe ser un complemento con diferentes ofertas y alternativas pero hasta un límite, justo ese que hace la vida imposible a los vecinos y trae de cabeza a los servicios de emergencias.
El alcalde de Sanxenxo, Telmo Martín, esgrimió este asunto en más de una ocasión para criticar a los anteriores gestores y anunció a bombo y platillo que si él fuese el regidor atajaría el problema en menos de lo que canta un gallo. Llegó la renuncia de Gonzalo Pita y la toma de posesión del nuevo primer edil, que entre sus competencias asumió la de seguridad ciudadana, una patata caliente en vísperas de un verano que se prevé histórico en cuanto al número de visitantes. Sus primeras decisiones en esta materia no se hicieron esperar con el refuerzo de la plantilla de la Policía Local, la convocatoria de una Junta Local de Seguridad y la consecución de una presencia histórica de la Guardia Civil en la villa.
Sin embargo, bastó el primer fin de semana de calor para que pubs y discotecas se llenaran de jóvenes y volvieran los contratiempos, aunque sin que la sangre llegara al río. Tan solo fue un aviso a navegantes y Martín lo cogió al vuelo. De repente, su discurso cambió y sus palabras ya no rebosan contundencia, sino que afloran la mesura de quien se sabe responsable de todo lo que pueda ocurrir tanto sea bueno como no tanto.
Hay algo claro. Telmo Martín está haciendo todo lo que está en su mano, es decir, poner los mecanismos precisos para tratar de prevenir el vandalismo. A pesar de ello, habrá días en los que vídeos y fotografías sacadas a mala uva le amarguen el desayuno a modo de malestar vecinal y turístico. Seguro que serán casos aislados, pero los afectados le recordarán la grandilocuencia de sus palabras en la oposición que debe ahora maquillar por la prudencia estando en el gobierno. Tiene a su favor que Sanxenxo cuenta con una hostelería responsable y comprometida que cuida su marca y ellos serán sus mejores aliados. 
 

Entre la contundencia y la mesura

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