Sin hacer de menos otras celebraciones del territorio nacional, con las fiestas gallegas no hay color. Eso de poder saltar de un churrasco popular a una feria del marisco, una exaltación de la empanada, una mejillonada o una degustación de callos, sin olvidarnos de los vinos y los dulces, es otro nivel. Normal que las fiestas del área metropolitana, por ejemplo, estén de bote en bote.