El insulto es una vulgaridad, pero no penable si sabe usted contextualizarla

El insulto es una vulgaridad, pero no penable si sabe usted contextualizarla

Que resulta que un trabajador se hartó de esperar una reunión con sus compañeros y algún que otro cargo superior y, como había acabado su jornada laboral, decidió anunciar que se iba. Alguien le llamó la atención y le dijo que eso podría conllevar sanción. “A ver si te atreves, gilipollas”, le contestó. Pum. Carretera y a casita con la carta de despido. Pero, oh, sorpresa, la justicia le da la razón al empleado y dice que el insulto no era motivo de despido. Que sí, que una vulgaridad y una falta de respeto como una catedral, pero que tanto como a la calle... Que dicen que hay que contextualizar el hecho y, sobre todo, tener en cuenta que hay otras medidas disciplinarias. Así que ya saben, si necesitan desahogarse, midan bien el momento. 

El insulto es una vulgaridad, pero no penable si sabe usted contextualizarla

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