Carril se vistió como cada año de gala para vivir una majestuosa y única Danza das Espadas. La Farsa carrilexa es de esas tradiciones antiguas que no pierden color, ni tampoco pasión, y que representan como nadie la identidad de un pueblo. Hombres y mujeres, niños y niñas que vibran y que hacen sentir a los que la ven desde la retaguardia. Pena que solo sea una vez al año y siempre por el Apóstol.