María Fontán, la mariscadora 2.0: “Non chegamos aos mil euros nin de coña, vamos”

María Fontán, la mariscadora 2.0: “Non chegamos aos mil euros nin de coña, vamos”
María Fontán, la mariscadora 2.0, graba un vídeo para sus redes sociales en la playa de O Correlo, en Castrelo (Cambados), donde trabaja habitualmente | Mónica Ferreirós

María Fontán, mariscadora de Castrelo adscrita a la Cofradía de O Grove, conocida como la mariscadora 2.0, se ha convertido en “influencer” casi sin querer. Desde hace años es activa en las redes sociales a las que subía “cousas miñas persoais e outras relacionadas co mar”, que además de su trabajo “é a miña paixón”.
Fueron sus amigas “estando de cachondeo” las que le abrieron los ojos respecto de la influencia que tenían sus publicaciones profesionales. Entonces, hablando con ellas “decidinme a probar alá polo 2019, un ano antes da pandemia”.
Al principio no dejaba de ser un perfil más en la red de redes, pero al cabo de un tiempo notó como las interacciones iban en crecimiento constante y después de que “algún dos meus vídeos se fixera viral”, María Fontán, ya convertida en mariscadora 2.0, comenzó a recibir notificaciones de “Arxentina e de xente de toda Europa” que le hicieron ver que lo que empezó como una afición se había convertido en un foro didáctico en el que María Fontán mostraba al mundo las particularidades de ser mariscadora en la Ría de Arousa, una de las más ricas del mundo. “Ver que podía amosar o meu traballo e que a xente o valorara motivoume para seguir subindo contidos”, subraya.
A lo largo de todos estos años ha grabado numerosos vídeos que se han hecho virales, pero pocos como el que protagoniza durante un temporal con la lluvia y el viento azotando con violencia mientras trabaja con el agua del mar hasta la cintura arrastrando un capacho.
“Foi no 2023 e aínda teño o recordo intacto a día de hoxe. Tiven moitas reaccións e recibín moitas mensaxes. A verdade é que foi unha tolemia, si”, recuerda.
María Fontán poco o nada tiene que ver con las influencers más de moda del momento como Dulceida o María Pombo, por poner un par de ejemplos. “Eu non teño unha planificación determinada. Según vén o día grabo e o meto na páxina”, indica.
Tampoco utiliza alardes técnicos ni medios artificiales. “Teño un móbil normaliño de todo. Cando a páxina colleu auxe comprei un un pouco mellor para ter máis calidade nos vídeos, pero non levo gopro nin nada diso”
El trabajo de una mariscadora “é rutinario” porque básicamente consiste en bajar a la playa, coger el marisco, llevar la almeja al punto de control para pesarla y después a la lonja para subastarla. Sin embargo, el contacto con la naturaleza motiva que “ao mellor un día ves un amencer especial, outro atopas unha ameixa que levou un golpe e ten unha deformidade curiosa na cuncha ou miles de detalles que poden pasar e que se non te fixas pasan desapercibidos”.
Esta labor generó suspicacias iniciales entre algunas de sus compañeras a pie de playa. “Mira esa, en vez de traballar anda sacando fotos”, le decían en los primeros tiempos, pero claro, la cosa cambió y ahora “xa me chaman, María, mira este sol tan bonito ou sácalle unha foto a esta ameixa…”.
La mariscadora 2.0 fue una de las primeras en trasladar a internet el trabajo de las mujeres en el mar y abrió un camino que ahora siguen otras personas. Su labor en la playa de O Correlo, en Castrelo (Cambados), un paraíso natural donde cada piedra tiene nombre, comienza a primera hora de la mañana y aunque parezca sencillo “é moi duro”. Quizá sea este uno de los motivos por los que el relevo generacional comienza a ser un problema. “Cando abren as listas sempre hai xente que quere entrar, pero ningunha é nova”. María comenzó con 23 años y está ya en la treintena. “Da miña idade debe haber catro ou cinco, o resto son todas maiores”.

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La mariscadora 2.0, María Fontán, con sus aperos para el trabajo diario de recogida de marisco | Mónica Ferreirós


Los motivos, escuchando los razonamientos de María Fontán, parecen obvios. Además de la dureza intrínseca de este trabajo, “non temos un salario fixo, aínda que no Nadal podemos gañar un pouco máis, pero non o de antes, cando había máis marisco”.


Para clarificar la situación económica de una mariscadora confiesa que ni siquiera llegan a ser mileuristas. “Non chegamos aos mil euros nin de coña, vamos”, razón por la que el relevo generacional está cada vez más complicado. Y ya puestos, a todas estas dificultades hay que sumarle la derivada de los achaques físicos. “Un día temos lumbago, outro doe o ombro, un cóbado, o túnel carpiano…”, porque “faga frío ou calor temos que estar sempre agachadas na mesma postura”.
Una mariscadora trabaja, de media, unos catorce días al mes, más los dedicados a las resiembras, aunque en muchas ocasiones estas cifras cambian en función de la cotización que pueda tener el marisco en la lonja, ya que si es muy baja no les vale la pena bajar a la playa.
Los internautas reconocen en sus comentarios “o duro que é este traballo”, pero cuando el marisco se cotiza al alza en los mercados, esas mismas personas se quejan porque “din que é moi caro”. Tanto ella como el resto de sus compañeras entienden que “está barato, moi barato” dadas las circunstancias actuales.
El marisqueo no se encuentra en su mejor momento y suma pérdidas de producción notables en los últimos tiempos. “Estamos sobrevivindo a base de ameixa xapónica porque de fina pasamos de coller un quilo ou dous a cen gramos”. El resumen es que “a cousa está fastidiada”.

 


“A xente recoñece “o duro que é este traballo”, pero
cuando el marisco se cotiza al alza en los mercados,
se quejan porque “din que é moi caro”


Son muchos los factores que influyen en la merma de la producción marisquera y las profesionales lo achacan “ás chuvias tan grandes que tivemos en novembro de 2022” y que acabó con las reservas de fina y babosa que había en sus bancos. Apuntan a la pérdida de salinidad del agua, a la contaminación o al cambio climático, algo que notan porque al cabo de los años “a auga do mar está máis quente”.
A todas estas causas naturales se les une el furtivismo, profesionalizado en algunas zonas, y de bañador en los veranos. “Estamos a traballar todo o ano porque teñen que saber que o marisco non nace só, hai que comprar cría e sembrar nas zonas onde non hai. Todo iso leva un traballo e un custe económico importante para nós, para que despois un turista nos pida que lle deixemos levar “una almeja o dos”, sen que se dean conta de que aquí os turistas cóntanse por milleiros”.
Para evitar este tipo de prácticas las cofradías, en este caso particular la de O Grove, disponen de servicios de vigilancia activos durante todo el año y ellas se suman al oper

ativo durante el verano, todas las mañanas con bajamar de junio a septiembre. Cuando se encuentran con los denominados furtivos de bañador, “se son pacíficos, con avisalos soe ser suficiente e se se poñen violentos avisamos á Garda Civil, aínda que a min nunca me pasou”.
La actividad marisquera tiene reconocidos, después de muchos años de reivindicaciones, una serie de enfermedades profesionales, “que non sempre se teñen en conta cando vas ao médico”, y una de las más comunes son las dolencias de lumbago. Pese a todas estas dificultades, María Fontán se siente “namorada” de su trabajo, razón por la que continuará promocionándolo con nuevos vídeos y publicaciones en sus redes sociales.
Para desarrollar este trabajo es precisa una organización meticulosa y seria y esto ha conllevado a que, poco a poco, las mujeres vayan adquiriendo peso en los órganos de decisión de las cofradías, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, tal y como reconoce la mariscadora 2.0. “Non somos metade e metade, pero temos máis presenza nas xuntas xerais en comparación cos últimos anos” y espera que en un futuro cercano “haxa máis mulleres presidindo dos cabildos dos pósitos”. So bre esta cuestión también reseña que no hace tanto era impensable que los hom bres se dedicasen al marisqueo a pie y ahora ya se les ve más a pie de playa. 

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María Fontán graba uno de sus vídeos sobre el marisqueo que se han hecho virales en las redes sociales | Mónica Ferreirós

María Fontán, la mariscadora 2.0: “Non chegamos aos mil euros nin de coña, vamos”

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