Reportaje | Portonovo, el oasis inspirador de dos artistas catalanes

Reportaje | Portonovo, el oasis inspirador de dos artistas catalanes
Los artistas Toni Conejo y Montse Cantí en su expositor de la Multiscetorial de Baltar | l.f.

Es impensable ya imaginarse una Multisectorial de Portonovo sin los cuadros o láminas de Toni Conejo y Montse Cantí sobre lugares emblemáticos de Sanxenxo, Portonovo e incluso Combarro. Ellos llegaron desde Barcelona hace más de treinta años al pueblo marinero y en él crearon su cuartel general de verano, pero también de invierno. 
Comenzaron mostrando su arte, en distintas disciplinas incluso en la escultura, cuando la Multisectorial o Feria de Artesanía como creen que debe llamarse, todavía ni se proyectaba. “Comenzamos con otros artesanos en la zona del puerto cuando había que pedir permiso a Costas, después estuvimos en Silgar y luego ya en Baltar”, cuenta Toni Conejo. De la infraestructura inicial a la de ahora, nada que ver. “Las jaimas ahora se ven desde la carretera. Somos más visibles y tiene un mayor poder de convocatoria”, señala Conejo que, sin embargo, echa en falta algunos detalles que, sin duda, serían un reclamo más al evento. “Hace tres años, unas láminas de Sanxenxo y Portonovo decoraban la parte trasera de las jaimas. Estaban iluminadas y muchas personas venían a hacerse fotos en ellas como si fuese un photocall”, recuerda. Para este artista catalán su relación con Portonovo fue un amor a primera vista. “Recorrí muchos lugares del mundo, pero cuando llegamos aquí supimos que esto era el paraíso. El paisaje, sus gentes... lo tiene todo”, advierte.  Su forma de hablar todavía con un un marcado acento catalán revela que su vínculo con Barcelona sigue muy vivo. “Acabo de ganar un concurso del Círculo de Pintura Realista de San Jordi tocando el tema político del momento y ahora me voy a presentar al Premio Ciudad de Barcelona con el cuadro “Capturados por la mística sensibilidad de color”, apunta. Un cuadro inspirado en una puesta de sol en San Vicente do Mar.
Reconoce que el crack de la burbuja inmobiliaria también pasó factura a las ventas de las láminas y que eso les llevó a ampliar la oferta artesanal. “Antes eran encargos continuos porque la gente quería decorar las casas que se compraban. Ahora ya no, pero todo es cíclico. Antes dejo la artesanía que la pintura”, incide.Montse Cantí maneja distintos palos artísticos como la escultura en yeso o incluso el bronce, pero también el retrato, una disciplina que reservan para el invierno porque durante el verano la atención en el expositor de Baltar le roba buena parte del día. “Aquí viene mucha gente a saludarnos, a comprar... Se crea un vínculo especial”, dice Cantí. Larga vida al arte en Baltar. l

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