Corrupción en la pandemia

La corrupción reaparece con fuerza en una trama repugnante que, aprovechando la tragedia colectiva de la pandemia, operó con las viejas formas de clientelismo, tráfico de influencias, comisiones ilegales y otras manifestaciones corruptas que creíamos erradicadas de la vida pública. 


Son tantas y tales las noticias que vierten los medios estos días que es fácil perderse en el bosque de la información que empieza en “la zona cero” del ministerio de Fomento, el feudo de Ábalos, y tiene tantas ramificaciones que ese Ministerio era como una reproducción de la Cueva de Alí Babá.  


Como premisa de partida hay que agradecer el trabajo de muchos periodistas de investigación porque gracias a sus pesquisas tenemos información amplia de este entramado tan burdo como corrupto. 
Dicen esos periodistas que lo que se sabe del caso Koldo-Ábalos-PSOE es solo la punta de iceberg. En la superficie se ve el ministerio de Ábalos y las derivas hacia Interior, Sanidad, Puertos del Estado, Adif y las comunidades de Canarias que presidía Ángel Víctor Torres, ahora ministro de Política Territorial, y Baleares gobernada por Francina Armengol, ahora presidenta del Congreso. 


A medida que emerge la “masa corrupta” aparece el millonario rescate de Air Europa -el grupo Globalia recibió 1.200 millones- que dicen salpica a las ministras Montero y Ribera y a la ex vicepresidenta Calviño y las reuniones de la mujer del presidente con “empresarios” de esta trama. 


Falta la “recepción” en Barajas a Delfy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela, y aparecerán más episodios porque esta corrupción va más allá del cobro de comisiones ilegales por la compra de mascarillas.  
La hemeroteca es cruel. “Presentamos la moción de censura a favor de la recuperación de la normalidad de nuestra vida pública, y la dignidad de nuestra democracia”, dijo Ábalos justificando la moción en 2018. Y presidente del Gobierno sostiene que su partido y su gobierno son implacables contra la corrupción “caiga quien caiga”. 


Si como dice “la realidad es la verdad”, ¿a qué espera para “dejar caer” a la presidenta del Congreso, que compró mascarillas inservibles con fondos europeos, y a ministros y altos cargos vinculados a la trama? ¿Por qué aniquila políticamente a Ábalos mientras negocia la amnistía para corruptos como Puigdemont y sus conmilitones que malversaron dinero público para sufragar una insurrección?  


Pregunta pertinente: ¿qué harán ahora los socios de Sumar y los diputados del PNV, Junts, ERC, Bildu y el BNG que, muy dignos y exquisitos, votaron aquella moción por una deriva corrupta colateral del caso Gürtel en un ayuntamiento de Madrid?.  


Una petición final al Gobierno y al PSOE: tienen un serio problema, pero si no encuentran un relato creíble para defenderse no pongan a funcionar el ventilador que solo sirve para enfangar la vida pública.

Corrupción en la pandemia

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