El relato que mató a la verdad

Malos tiempos para la verdad. En pleno siglo XXI, cuando lo digital enterró nuestro mundo analógico y las redes difunden todo tipo de mentiras con total impunidad, la ciudadanía vive instalada en el mundo del relato. Consiste en sustituir los hechos por como se cuentan y ahí nuestro gobierno es imbatible. Ramón de Campoamor escribió en “Doloras” (1846) aquello de “en este mundo traidor, nada hay verdad o mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Pues eso queridos amigos, vivimos en el mundo de la desinformación y rodeados por medios de comunicación por tierra mar y aire dando una apariencia de sobre información al alcance de todos, pero es una gran mentira, nunca, jamás hemos estado tan desinformados ni más manipulados. En el reino del relato cabe todo, cambiar la historia, incluso inventarla hasta convencernos de que sabemos mucho y de todo y, en realidad, no sabemos nada.


El problema es que rebelarte contra este cáncer de la democracia te convierte en un anti sistema, un revolucionario a combatir. Al poder no le gusta que “uno tenga su propia fe” y ya desde la infancia nos van colocando dosis de “relato” hasta conformar personalidades manipulables y obedientes con el poder establecido. Podría poner cientos de ejemplos, quizá miles, pero me limitaré a uno muy reciente y que todos conocemos. Como saben hoy mismo se reúnen en Ginebra a puerta cerrada una comisión de dos partidos políticos españoles, uno el del gobierno (PSOE) y otro catalán (JUNTS) verificados por alguien o algo que cual notario habrá de dar fe y “arbitrar” el encuentro que, cada mes, evaluará la acción del gobierno en relación con los acuerdos que, para la investidura de Sánchez, firmaron ambos partidos. Vamos a ver, la verdad es que ni Psoe ni Junts se fían el uno del otro y que más allá de la amnistía, los separatistas catalanes quieren avanzar en el tema del referéndum para separarse de España. Se reúnen en Ginebra porque el principal actor de este sainete es Puigdemont, un prófugo de la justicia española que, de pisar suelo patrio, sería detenido inmediatamente. Lo de los verificadores anónimos es la humillación de España ante el prófugo, pero también ante el mundo.


En Europa no salen de su asombro y miran a Sánchez con incredulidad al tiempo que se hacen una pregunta: ¿hasta donde es capaz de llegar? Esta es la verdad, pero vayamos al relato porque es el que se nos va a imponer. Se reúnen en Ginebra porque a Puigdemont le va mejor por agenda ya que vive en Waterloo y le queda más cerca. Es una “reunioncita” sin importancia y asisten unos amigos para acompañarnos por si nos despistamos.


Se celebrará cada mes porque nos gusta vernos con Puigdemont y será secreta porque a nadie le importa lo que acuerden, aunque afecte a todos los españoles. Podemos estar tranquilos pues, como lo estábamos cuando Sánchez decía que la amnistía era inconstitucional, o que no habría indultos o que de eliminar la secesión nada de nada o tantas otras mentiras en forma de relato que nos han colado. A partir de aquí, cada uno sabrá qué verdad comprar o si se conforma con el relato oficial. Yo no lo compro, allá ustedes

El relato que mató a la verdad

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