Todas las guerras son iguales

Ya sé que puedo resultar reiterativa pero las guerras, todas las guerras, son tan terribles que ni quiero ni puedo callarme. Y tanto me da que la guerra se lleve a cabo en Gaza, en Ucrania, en Sudán, Yemen, Myanmar, Congo, etc.


Todas resultan igualmente devastadoras, en todas los niños son las principales víctimas, no solo los que mueren, también a los que les están arrebatando la infancia y el futuro. De manera que me niego a estar entre los que se duelen de las víctimas de una guerra, y se muestran indiferentes ante los de otras. Como si hubiera guerras y víctimas de distintas categorías.


La realidad es que el calendario de la preocupación por unas guerras o por otras nos vienen dadas por los intereses de las potencias. Intereses geoestratégicos, intereses comerciales, intereses de cualquier tipo. Y así os dolemos de la masacre de unos niños e ignoramos las masacres de otros.


La mayoría de los medios, a qué engañarnos, responden a esos intereses, dando información puntual de unos conflictos y apenas señalan lo de otros.


Por eso me congratula que haya una nueva generación de periodistas que no trabajan para los medios de comunicación tradicionales, son periodistas que van por libre, con una mirada amplia, que les lleva a esos rincones del mundo donde también hay violencia y tragedia y hacen lo imposible para que al menos nos llegue su eco. Hace unos días conocí a una de esas periodistas de la nueva hornada. Se llama Patricia Simón y ha recorrido medio mundo, ese medio mundo que no ocupa los focos de los grandes medios de comunicación, pero donde la violencia y el sufrimiento es casi permanente.


Conocerla me ha llevado a leer un libro que escribió junto con otros colegas, de la misma “pasta” que ella, que titularon ‘Balas contra la infancia’ y cuya lectura provoca una sacudida en el alma. Otro libro firmado por Patricia, lleva por título ‘Miedo’. Y estoy deseando leer su nuevo trabajo que saldrá a la luz en septiembre en el que aborda los “temores” de la sociedad contemporánea.


Pero lo que me interesó de Patricia, de su compromiso contra la violencia, es que ese compromiso la lleva a los márgenes de la sociedad, a aquellos lugares a los que no acuden las grandes cadenas de televisión.


Y todo esto me lleva a reflexionar que, desgraciadamente, para nuestro confortable “primer mundo” hay guerras de “primera”, aquellas que responde a los intereses geoestratégicos de este Primer Mundo, y “guerras de segunda”, aquellas que nos resultan lejanas y casi indiferentes por desconocimiento, porque los grandes medios de comunicación no nos las cuentan, y de la que de en cuando en cuando tenemos noticias, gracias a periodistas como Patricia Simón.


De manera que cuando se celebre la próxima Asamblea General de la ONU y los gobernantes europeos se suban a la tribuna, Pedro Sánchez incluido, además de referirse a las guerras de las que tenemos noticia, y de las que tanto parecen dolerse, deberían, si es que de verdad son sinceros, referirse a todos esos conflictos que asolan distintos lugares del planeta, donde la violencia se ceba en miles de niños robándoles la infancia y a muchos la vida, donde las mujeres son violadas, las poblaciones desplazadas, se roban los recursos naturales de sus tierras, y etc, etc, etc, un largo etcétera de horrores que espeluznan.


De manera que está muy bien preocuparnos por las guerras y la violencia que se lleva a cabo en lugares cercanos, a la vuelta de la esquina, pero estas guerras, nuestras guerras, no son todas las guerras, y por tanto es necesario alzar la voz, reclamar, protestar, dolerse y condenarlas a todas. No podemos seguir indiferentes a que los que mandan, los gobernantes del Primer Mundo, sigan dividiendo el mundo en dos, lo que nos afecta por cercano y lo que nos hacen ignorar no tanto por “lejano” sino porque sus intereses no están concentrados en esos lugares. 

Todas las guerras son iguales

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