Nacer en plena pandemia

Nacer en plena pandemia
Azul nació en la madrugada del 24 de marzo en el Hospital Provincial de Pontevedra | cedida

Cuando Lorena Cochón Castro, vecina de Caldas de 36 años de edad, se quedó embarazada no tenía ni idea de lo que iba a suponer traer a su primer hijo, Azul, al mundo. Y es que a mayores de la incertidumbre que rodea a una madre primeriza en torno al parto Lorena afrontó la última etapa de su embarazo en pleno Estado de Alarma, con duras medidas de confinamiento y con una pandemia mundial declarada por la incidencia del virus Covid-19.

Azul nació el día 24 de marzo en el Hospital Provincial de Pontevedra y rodeado de unas medidas sanitarias inauditas hasta el momento. Él es uno de los ejemplos claros de lo que es nacer en plena pandemia mundial.

Fue poco más de una semana antes de que Lorena se pusiese de parto cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba el decreto del Estado de Alarma y de unas medidas de confinamiento que no se recuerdan en democracia.

“Ante una situación así te pones tú misma en estado de alarma. Imagínate que ya siendo primeriza estás a la expectativa y de repente te dicen que cuando nazca tu hizo que nadie se puede acercar a él, que no puedes salir de casa ni a darle un paseo. Incluso que nadie de tu familia lo puede conocer y que lo mejor es no pasar mucho tiempo en el hospital. Todo eso, pues, te inquieta”, explica.

Y es que el saber que tendría que ir al Hospital a dar a luz en plena pandemia ya la mantenía en vilo de por sí. “Era un tema súper preocupante. Hablaba con otras embarazadas por grupos que teníamos en redes sociales y no teníamos muy claro cual era el protocolo a seguir. Había dudas de si podías llevar acompañante o de si este podía salir o no. Incluso qué riesgos podías tener tú o el niño. Empezabas a ver los primeros casos en Galicia de embarazadas con coronavirus y te ponías tensa”, reconoce. Incide que en el hospital no escuchaba la palabra coronavirus. “Vale que sí se quejaban de que no tenían material suficiente y que las mascarillas son las que son, pero no me pareció que hubiese una situación de alarma como la que puede percibirse en Madrid o Barcelona”.

Pese a que señala que el suyo fue un parto largo y duro, advierte que lo peor de parir en plena pandemia es lo que llega después. “Una vez que das a luz compruebas que no puedes compartir ese momento tan especial absolutamente con nadie, ni siquiera con tu familia. En mi caso, que soy madre soltera, solo mi madre conoce a mi hijo. Nadie más y por lo visto esto va aún para largo. Y, ¿Sabes? Estos son momentos especiales e irrepetibles”.

“Una vida real”

Dadas las circunstancias inusuales en las que ha dado a luz Lorena advierte que “sobre todo lo que me carcome es la incertidumbre de saber cuando esto va a acabar, cuando podrá mi bebé empezar a tener una vida real; poder salir a la calle y escuchar otros ruidos que no sea a ti. Es el no saber cuando vas a poder disfrutar de tu hijo más allá de cuatro paredes. Es complicado a nivel psicológico. Muy complicado”.

Esta caldense tiene claro que cuando Azul tenga ya edad de entender le dirá el momento tan peculiar por el que estaba atravesando el mundo cuando él nació. “Y no solo eso. Yo supongo que el mundo va a cambiar mucho después de lo que está pasando. No sé cómo tampoco, pero supongo que no va a ser igual y que, por lo tanto, es algo que también le tendré que contar a mi hijo cuando crezca: Lo que supuso para el mundo en cambios”, explica.

Lorena advierte además que “el futuro incierto es algo que también me preocupa porque no sabemos si esto se va a recuperar, si va a ser mejor o peor que la crisis de 2008... Lo que está claro es que le contaré que nació en pleno confinamiento y sabrá que había medidas como la de que si sales a la calle te pueden multar”.

Aunque el nacimiento de Azul la mantiene ocupada Lorena Cochón asegura que “no te voy a mentir, hay gente que dice que lo lleva bien lo de estar en casa, pero a mi lo que me preocupa es no tener interacción. Para mí poder salir a dar un paseo con mi hijo en el carrito sería un privilegio”. Dice, en todo caso, que quedarse en casa es lo que hay que hacer y hace un llamamiento a todas las personas que “dicen que por ir allí un momento no pasa nada, o ir a visitar a un familiar y tampoco. Esto es algo muy serio. Yo tengo que quedarme en casa sola y con mi hijo. Dejemos el “maloserá” y no esperemos a actuar en el momento en que toque en la puerta del vecino”.

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