Los botellones y expolios complican el estudio arqueológico del Castro Alobre de Vilagarcía

Los botellones y expolios complican el estudio arqueológico del Castro Alobre de Vilagarcía
Carlos Otero mostrando la zona de actuación I MÓNICA FERREIRÓS

El informe del Instituto de Ciencias del Patrimonio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (Incipit-CSIC) advierte de que los usos actuales del Castro Alobre, es decir, su urbanización y apertura a la ciudadanía, complica el estudio arqueológico, tanto por desprendimientos y expolios como por los restos de los botellones. Los arqueólogos César Parcero y Carlos Otero presentaron ayer en el Auditorio los resultados de los trabajos que realizaron entre octubre y noviembre en la zona sur de la enorme finca, junto a María Gómez Faro. Fue en un acto abierto al público en la sala de conferencias del Auditorio.
 

En el informe, en el que explican la metodología de trabajo, que incluyó prospección geofísica con gradiómetro de 11.300 metros cuadrados, el cincuenta por ciento del área prospectable en el entorno sur del yacimiento. “El principal factor limitante es el carácter urbano del lugar, que provoca que el área se utilice frecuentemente como lugar de paseo e incluso como espacio para el botellón. Estas circunstancias producen la presencia de abundantes pequeños objetos ferromagnéticos que han contaminado los resultados”, apuntan en el informe los arqueólogos.
 

Los estudios que se realizaron en esta zona fueron no invasivos, con el objetivo de hacer una aproximación a la presencia de estructuras enteradas en el contorno del yacimiento, sobre todo en su sector suroeste.
Para ello, la prospección con gradiómetro y topografía de detalle se desenvolvió durante 4 días de trabajo de campo, en 29, 30 y 31 de octubre y 12 de noviembre; la prospección con gradiómetro se desenvolvió con un equipo técnico de tres arqueólogos; el Lidar y teledetección con un equipo de dos arqueólogos del laboratorio del Incipt-CSIC y la prospección con georradar fue subcontratada a Jesús Jiménez y llevada a cabo entre el 3 y el 7 de febrero de este año. En cuanto a la topografía realizada, no se recoge en un apartado específica por “no aportar datos significativos”, señalan los arqueólogos.

 

Extracción de piedras

Una de las cuestiones que llamó la atención de los viandantes, cuando se estaban llevando a cabo los trabajos, era la parcelación del recinto. Explican los arqueólogos que “las condiciones y morfología del terreno aconsejaron el planteamiento de cinco mallas en 20x20 metros y el recorrido N-S para una de la mallas de 30x30”. Una circunstancia que, apuntan, exigió dividir no solo la toma de datos sino el postprocesamiento de los resultados en seis composiciones. 
 

En cuanto a los trabajos de campo con georradar, explican que proporciona la caracterización de un yacimiento arqueológico a través de una serie de secciones verticales,
 

Los arqueólogos describen en su informe la presencia en toda la finca del Castro de Alobre de “fuentes de contaminación magnética, modernas”, que sería “extensa y en algunos lugares, masiva”. Por un lado, habría un conjunto de numerosos dipolos (sistema de dos cargas eléctricas de igual magnitud pero signo opuesto) provocados, señalan, “por el uso del lugar como parque y también como vertedero de basuras. 

 

Publico auditorio
Público durante la charla I MÓNICA FERREIRÓS

 

Generalmente se producen a partir de pequeños metales modernos. Una situación que se percibió durante los trabajos con gradiómetro. En cuanto a los de georradar, las complicaciones llegaron en una cuadrícula donde se observa una posible estructura arquitectónica con ángulos rectos, ya que, señalan en el informe, “es posible que su conservación se haya visto alterada por proceso de erosión, desprendimientos o actividades de expolio vinculadas a la extracción de materiales pétreos”. Sin embargo, pese a las complicaciones derivadas del uso urbano de la finca formada por el Castro Alobre y el Valdés Bermejo, las conclusiones del estudio son jugosas y ponen, de nuevo, en valor la relevancia del yacimiento.

 

Parcelación agraria

Así, debido a las “anomalías registradas con gradiómetro y georradar”, el equipo de Incipit-CSIC llega a una serie de conclusiones que divide entre certeza alta y media. En el primer eslabón se encuentra la observación de estructuras defensivas. 
“Observamos una triple línea de fosos que defendían el istmo que en su día conectaba el castro con tierra firme. Esta configuración es bastante común en este tipo de yacimiento costeros. La distancia entre fosos ronda los35 metros”, lo que es bastante importante y deja abierta la posibilidad de algún tipo de ocupación o uso entre fosos. “De hecho, las anomalías registradas con el GPR o georradar apuntan en esta dirección”, señalan en el informe. 

 

Carlos otero cesar pracero
Carlos Otero y César Pracero  explicaron el estudio I MÓNICA FERREIRÓS


 

Con un grado de “certeza media”, los expertos señalan que una serie de anomalías rectangulares sugieren la presencia de “estructuras subdividades en estancias”, que se ubican en la terraza sudeste del recinto principal del castro. Dos de ellas son las que más sobresalen, mientras que otras cinco son más dudosas. Asimismo, perciben estructuras lineales o cuadrangulares dispuestas de forma aproximadamente paralela a los fosos, que pueden tener función defensiva “o formar parte de un sistema de parcelación/ arquitecturización agrario”. De hecho, barajan la posibilidad de que sean de los dos tipos.
A modo genérico, y a través del cruce de las informaciones que proporcionan las distintas metodologías, así de como los resultados de los sondeos realizados en el extremo suroeste de la zona de trabajo (donde se documentaron varias tumbas de origen presumiblemente medieval) y en la finca que actualmente ocupa un supermercado, los arqueólogos inciden en que todo apunta en una misma dirección: “El entorno del castor hasta ahora identificable alberga restos arqueológicos, de la Edad del Hierro, romanos y/o medievales, hasta más allá de sus estructuras visibles”, señalan en el informe, en el que ven “pocas dudas de que estos restos se extienden en un cinturón de, como mínimo, cien metros de profundidad en las bandas oeste y sur del castro”.
 

Por ello, consideran que “la totalidad del rellano objeto de este trabajo debe ser objeto de protección arqueológica e incluido dentro de la delimitación del propio yacimiento”.
Los expertos estuvieron trabajando durante el pasado invierno, en el marco del convenio de encomienda de la gestión para realizar excavaciones, prospecciones y trabajos en yacimientos de la provincia de Pontevedra. Contó con la colaboración de la Diputación y del Concello de Vilagarcía, que fue el que realizó el proyecto al programa del CSIC.
 

Los hallazgos se suman a la ampliación del área ya excavada realizada por la Diputación, con la posterior musealización; a la necrópolis hallada en el área oeste por A Citania, que también descubrió la puerta marítima y la fábrica de salazón, lo que dan muestra de un importante yacimiento, tanto por sus dimensiones como por su actividad, vinculada al mar, y su ocupación prolongada, ahora con indicios de población medieval.
 

Una serie de actuaciones que revelan que el Castro de Alobre fue un yacimiento de mayores dimensiones de las imaginadas y que su ocupación se prolongó en el tiempo hasta mucho más allá de lo conocido hasta ahora.
 

Los botellones y expolios complican el estudio arqueológico del Castro Alobre de Vilagarcía

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