El haber ganado uno de los premios más prestigiosos de la literatura en España, el Planeta, no ha hecho que Paloma Sánchez-Garnica haya dejado de tener los pies en el suelo. La autora –que presume de orígenes gallegas a través de su abuela materna– inaugura hoy las “Conversas ao Solpor” de la Cidade de Libro. Asegura que no concibe su vida sin los libros y que, para ella, dejar de escribir es como “pedirle a los pulmones que dejen de respirar”. Mantiene, cuando habla de su prolífica obra, su pasión por lo que hace. Y eso se nota cuando le preguntas sobre libros y literatura.
Un Premio Planeta muy reciente, con “Victoria”, varias novelas escritas y pasión por un género, la narrativa contemporánea. No debemos definirlas como novela histórica entonces.
Para mí novelas históricas son las que toman como eje un hecho histórico y se desarrollan en torno a él. Mis novelas sí, están en un contexto histórico y social, pero son novelas de personajes, de seres humanos como tú y como yo. Personajes que gestionan su vida en determinadas circunstancias y sí, en un momento histórico concreto.
Habla de personajes y la verdad es que tanto “Victoria”, con la que ganó el Premio Planeta, como “Últimos días en Berlín”, con la que fue finalista, o “La sospecha de Sofía” tienen personajes femeninos muy potentes. ¿Se siente más cómoda creando protagonistas mujeres?
No es que me sienta más cómoda, yo no lo llamaría comodidad, sino que soy mujer y, por lo tanto, entiendo bien la psicología femenina. Me siento identificada con los personajes luchadores, supervivientes, que se enfrentan a dilemas en su vida. Tengo 63 años y he tenido dificultades que gestionar y eso también es experiencia. A mí me gustan esos personajes valientes, poderosos con capacidad de lucha. También conozco muy bien a los hombres, ojo, no solo por lo que vivo (tengo marido y dos hijos varones), sino también por lo que leo.
No son novelas históricas, como bien dice, pero sí muy documentadas. Surge la idea primero y, después. ¿Cómo es ese proceso de documentación?
Cuando tengo la idea todo es como una nebulosa. Lo que hago es buscar todos los libros que se refieran al contexto en el que quiero ubicarla. Tanto novelas de ficción como películas, ensayos. Busco entender la mentalidad y la forma de vivir de la gente que estaba en esa época. Me sumerjo profundamente en la lectura, mucho.
Una buena escritora siempre es una lectora se dice.
Totalmente. Uno puede ser un gran lector y uno un gran escritor, pero nunca al revés. La base fundamental de los escritores es leer. Por eso cuando tienes 18 años puedes escribir, sí, pero necesitas también haber vivido, bien sea a través de tu propia experiencia vital o bien a través de los libros. Haber vivido te da poder para crear personajes ciertos y reales. Siendo muy joven tu mundo se circunscribe a tu ombligo.
Nunca se deja de sumar ni de aprender en este oficio entonces.
Yo escribo para aprender. Soy muy lectora y parece que las lecturas se me escapan entre los dedos. Sin embargo con la escritura consigo comprender todo aquello que leo. Mis novelas siempre surgen de una curiosidad, de una pregunta, de algo que quiero entender. Digamos que trato de entender al ser humano en diferentes momentos y en distintas circunstancias. La curiosidad es la base de mi escritura.
No sé como avanza en sus novelas. ¿Hay un esquema establecido desde el principio o los personajes van cobrando vida poco a poco?
Nada nada, no soy ni escritora brújula ni mapa ni nada. Mi proceso de escritura es muy espontáneo y libre. Yo siento la escritura como un pálpito y necesito escribir. Descubro la historia línea a línea y párrafo a párrafo. No sé lo que va a ocurrir. Esto es un oficio y la inspiración te viene trabajando y no hay otra manera. También sufro esas inseguridades de saber por dónde voy o qué camino tomar. Cuando pasa eso yo me refugio en la lectura, que para mí es un lugar de protección y donde me siento más segura. Ahí puedo estar el tiempo necesario para que surja otra idea y retomar.
¿Hay entonces una nueva novela en el horno?
Sí, sí. Desde el 23 de abril, Día del Libro, no he parado y me queda una semana de locura. A partir del día 16 vuelvo a encerrarme. Yo necesito aislarme, silencio, estar lejos de todo con mis rutinas, escuchar a mis personajes. Esto es un trabajo, una forma de estar en el mundo que me reporta unos beneficios, pero que también es una manera de vivir. Cuando me pongo escribo los siete días de la semana. No concibo la vida sin ponerme delante del ordenador. Me encanta esa sensación de levantarme temprano, mi yoga, mi desayuno, mi natación y saber que tengo todo el día por delante para escribir.
Haber ganado el Planeta supongo que es algo difícil de explicar para una escritora.
Sentí esa emoción de ser consciente de que había llegado a una meta después de 20 años trabajando, de currármelo. Además de poder compartir eso con mi familia y mis amigos. Disfruté cada instante el haber ido escalón a escalón hasta llegar a la cima. Si miro hacia atrás veo la estela que he dejado y me siento reconfortada y si miro hacia adelante veo un horizonte ilusionante, la verdad. Recuerdo perfectamente todo lo vivido esos días del Planeta.