El tiburón que capturó “Chatarra” hace cuarenta años y que asombró a Vilaxoán

El tiburón que capturó “Chatarra” hace cuarenta años y que asombró a Vilaxoán
Antonio Durán ayer en la misma rampa a la que llegó con la captura que asombró a su villa | gonzalo salgado

A principios de los años 80 no quedaba nadie en toda la Ría de Arousa sin haber visto la famosísima película de Steven Spielberg “Tiburón”. Por eso cuando Antonio Durán “Tucho” transportó hasta el muelle de Vilaxoán a bordo de su barco “O Pelonio” un tiburón peregrino de más de seis metros de largo el impacto que provocó en la población de la comarca fue tremendo. El episodio lo recuerda este viejo lobo de mar justo a pie de la misma rampa en la que descargó aquel enorme pez y ahora que uno de su misma especie aparecía esta semana en Vilanova. “Estabamos coas betas na zona que hai entre Moscardiños e A Illa. Foi tamén por esta época, a finais do mes de maio máis ou menos. Andabamos ás pescadillas, ás fanecas e aos salmonetes. Cando iamos levantar as redes entre os catro ou cinco que eramos no barco démonos conta de que pesaban moitísimo”, recuerda Tucho. Fue entonces cuando vieron al enorme pez enrollado en las redes y todavía vivo, aunque ya medio moribundo. “Enganchámolo no barco e trouxémolo a terra. Foi cando nos empezaron a dicir que era un ‘marrajo’ e que nos ían pagar unha chea de cartos por el”, recuerda el vilaxoanés. Y es que al principio nadie parecía apreciar que el pescado que habían capturado las redes del Pelonio era un tiburón como el que emulaba Spielberg en su célebre film. Eso sí, el impacto de su llegada al muelle fue tal que algunos de los que en aquel momento eran niños y tenían todavía frescas las imágenes de televisión en su mente se quedaron con la imagen del pez en el muelle grabado para siempre.



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Antonio Durán “Chatarra” descargó el tiburón en la rampa del muelle de Vilaxoán | Cedida Antonio Durán


El escualo –como también se le llamó en aquel momento al pez encontrado– no costó lo que muchos aventuraban que pagarían por él. “Levárono para a lonxa de Vigo nunha furgoneta. Era tan largo que non cabía nela. Déronnos por el mil pesetas”, recuerda Tucho. De aquel momento conserva una fotografía que enseña con el orgullo de haber sido el único en Vilaxoán en haber atrapado un pez de estas características en sus redes, aunque fuese por accidente. “Naquel momento meu cuñado dicía: ‘Sabe Dios as vidas que salvamos”, recuerda entre risas el vilaxoanés. Y es que la leyenda del tiburón siempre ha venido acompañada de imágenes de bañistas devorados y destrozados. Lo que sí no era la primera vez que Antonio Durán veía uno de estos temibles peces en su vida. Ahora con 71 años y ya retirado desde los 60 habla de que empezó a trabajar en el mar a los 14 años siguiendo la tradición familiar heredada de su padre y que siguen también alguno de sus hijos. “Cando estiven embarcado en Libia alí había tiburóns. Impresionaba velos nadar coa aleta fóra”, recuerda.


A Antonio Durán también lo conocen en Vilaxoán como “Chatarra” y él mismo recuerda la anécdota que le hizo valedor de ese sobrenombre. “Debía ter sobre dez anos cando a min e a uns amigos se nos dou por ir roubar os plomos dunhas redes que estaban botadas na zona do Castelete”, relata. Las recogieron “e fómolas vender a Vilagarcía e déronnos por todo unha peseta. Daquela non estaba mal, porque era unha época de moita miseria. Collemos os cartos e fomos ao cine”. La cuestión es que esta pequeña travesura casi provoca una batalla campal entre los propietarios de las redes y los que ellos sospechaban que les habían robado los plomos. “Daquela había moitas sospeitas”, manifiesta Durán. Apunta que fue al llegar a casa cuando le confesó a su madre que había sido él, de ahí que le quedase el sobrenombre de “Chatarra”, por haber vendido la “chatarra” pegada a las redes. "E ata hoxe así me chaman", se ríe el vilaxoanés.


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Hombre de capturas XXL

Lo cierto es que Tucho guarda con cariño las fotografías de aquellas capturas realizadas durante décadas en el mar. "Unha vez tamén atopamos un cachalote e trouxémolo para que a xente o vira", recuerda. No fue su única captura. Presume especialmente de haber capturado un rodaballo de siete kilos por el que le dieron 21.000 pesetas y de un pulpo de 17 kilos con el que fue capaz de montar una comida con más de treinta personas invitadas. “Non solo había pulpo eh? Tamén había empanadas e outras cousas, pero si, foi un pulpo que dou moita comida”, advierte. Aunque estuvo embarcado en el extranjero la mayor parte de su vida en el mar la pasó en la Ría. “Dunha volta capturamos unha tortuga preciosa, grandísima. Levámola para que a soltasen na zona de Sálvora”, recuerda orgulloso. Su vida marinera empezó con el xeito, esa arte tan tradicional en Vilaxoán para la captura de la sardina, pero por sus manos pasaron también trasmallos, boliches y un sinfín de aparejos. Reconoce que cuando se retiró “botaba de menos o mar e berraba conmigo mesmo por iso”. Agora, ya jubilado, lo mira con orgullo y con una sonrisa.

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