Silenciar la verdad con amenazas y censuras

vivimos tiempos convulsos. La mentira se ha adueñado de una sociedad que se alimenta de los bulos que corren por las redes, de móvil en móvil y que nadie se cuestiona, como si se trataran de dogmas de fe contemporáneos. La inmediatez ha devorado a la reflexión.

En esta revolución de lo digital, los medios de comunicación juegan un papel fundamental. Son los encargados de separar la paja del grano, dejando en evidencia las mentiras con las que nos pretenden engañar. Por eso, los periodistas se han convertido en algo incómodo para quienes no están dispuestos a aceptar una visión diferente de la realidad que la suya propia.

Con este contexto, no es extraño que en Cataluña, por ejemplo, los comunicadores se hayan convertido en los grandes enemigos de los secesionistas que, como antes sucedió en la Alemania nazi o como ahora ocurre en la China comunista, pretenden silenciarlos con amenazas, convirtiéndolos en el objetivo de sus adoctrinados seguidores, tan fieles como irracionales.

En el mismo contexto se puede situar a Vox, un partido democrático, al menos eso aseguran sus dirigentes, que pretende callar con vetos las voces discordantes que les salen al paso. De nuevo estamos en los extremos que se tocan y confunden, porque, en el fondo, utilizan los mismos medios para llegar al objetivo común, que no es otro que conseguir que nadie desnude sus incongruencias ni remarque sus manipulaciones. Ojalá que los ánimos terminen por calmarse y la cordura acabe imponiéndose en este país, que necesita muchas cosas, pero no, desde luego, que se pretenda silenciar la verdad con amenazas o con censuras, algo que parecía superado.

Silenciar la verdad con amenazas y censuras

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