Matar la hierba

cuarenta y pico años, la cara de zorro y el cuerpo más seco que un sarmiento. El último tractorista del PGR (Cooperativas agrícolas polacas al estilo del ‘’Koljóa’’ soviético), ya que el tractor también es el último, y nuevos ya no habrá. Nunca. Pero Józek no conoce esa palabra, pues pertenece al campo de la imaginación; y, como de costumbre, en medio del tiempo estancado se esfuerza por insuflar un poco de vida en aquel fiambre de hierro. Porque si su tractor sigue en circulación es solo porque Józek sabe que demostrarle a quien’. Así comienza uno de los interesantes y más profundos cuentos de Andrej Stasiuk. Un paseo de la mano de un convecino de la Galitzia polaca. Foco cultural salta fronteras, topónimos, religiosidad y belleza de un enclave europeo.
Me horroriza el mutis por el foro. La cruel realidad que tras las promesas incumplidas aquí, en mi país, hay algunos dispuestos a hacernos mil puñetas. Empeñados en salvarnos cuando preferimos ser Moisés mecidos en las aguas del Nilo. Aquí quien no corre vuela. Nos remitimos al pacto viceversa PSOE-Podemos en Castilla-La Mancha. Hipocresía, ambiciones personales, ruinas colectivas –antitaurinos y ahora antiturismo– y el escritor polaco abre la cortina.
‘’Había ido a parar ahí por decisión de sus padres. Memorizó la creación del mundo. La realidad de la cooperativa era el universo. Allí se nace, se vive y se muere. Nada de ocho horas en la fábrica, un trayecto en tranvía y después la intimidad del hogar. Las mismas caras en el trabajo, las mismas en el camino embarrado que hace las veces de paseo, plaza mayor, lugar de escarceos y reyertas. Nunca viene nada nuevo, a veces alguien se va’’. Este será el paraíso de los casposos Pablo Iglesias y Pedro Sánchez si alcanzan el poder. Abrevar los caballos y matar la hierba. España dará en páramo hostil. Sufriremos tristes fracasos en Galicia. Lloraremos La Coruña al amanecer...

Matar la hierba

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