El dedo y la luna

Todos los ojos, todos los dedos, seguían las guerras de los socialistas que se desangraban ante el regocijo de unos y el disgusto, perplejidad, asco e incredulidad de otros. Y así, al paso, como de puntillas, aprovechando el “entretenimiento general”, el Gobierno en funciones comunicaba (en la función más cara de los últimos días) que iba a entregar a los propietarios de las autopistas quebradas –de Madrid y Alicante– miles de millones del erario público. 
En resumen y en directo: nos iban a meter la mano en la cartera para salvar a sus amigos y/o socios. Vamos a pagar alrededor de cuatro mil millones por las autopistas, las famosas radiales que resultaron un sonoro fracaso y un serio quebranto para las arcas públicas. Para que lo entiendan: las empresas privadas si asumen algún riesgo en sus negocios y no le salan las cuentas (beneficios) acaban siendo rescatadas con dinero público. Si les va bien la cosa, como en Galicia, la Xunta, por poner un ejemplo que nos toca de cerca, les amplia el negocio. 
Y eso vale para las autopistas, para la operación “petróleo” del presidente del Madrid (dueño, también, de esas autopistas rescatadas) por no hablar de la banca, de Ence etc. Ya saben: emprendedores que hacen negocio con nuestro dinero y siempre ganan, pues las pérdidas las afronta el gobierno amigo… Es más que discutible, y es por lo menos una inmoralidad, que los ciudadanos tengan que poner dinero para cuadrar los balances de Sacyr, Albertis, ACS etc., que, por capricho de Gallardón, con el aplauso de Esperanza Aguirre y el visto bueno del gobierno, se comprometieron a la construcción de estas infraestructuras que, como no, al final presentaron un sobrecoste del 600% y resultaron ruinosas pues el tráfico –según datos del propio gobierno – es un 87% inferior a las previsiones. ¿No les parece una estafa? 
Bueno, pues recuerden que también pagamos los ciudadanos el fracaso de la operación Castor (un almacén de gas que nunca funcionó) o que, por ejemplo, aquí al final pagaremos el edificio de Fenosa… Y es que con este gobierno un día sí y otro también aparecen “los saldos” de esos negocios en que las empresas privadas se forran con pingües beneficio gracias a sus negocios bendecidos desde Moncloa o, si las cosas van mal, acaban obteniendo rentabilidad de sus fracasos con esos rescates que cheiran que feden… Nos meten el dedo en el ojo y la mano en la cartera.

 

El dedo y la luna

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