Bailemos un blues

Empieza el Vilablues. Los ritmos de este festival inundarán la ciudad todo el fin de semana. El cartel es de lujo. Encabezado por Raimundo Amador, supone un salto de calidad relevante y solo cabe felicitar a los promotores por una iniciativa que tiene visos de convertirse en referencia y punto de atracción para aficionados de este tipo de música en todo el mundo. Solo queda, pues, disfrutar de este festival al que todos deseamos el mejor de los éxitos.
El único pero se encuentra en la cocina de la administración municipal. A poco que se siga la actualidad se sabe que el concurso para su adjudicación ha estado marcado por la polémica. Y no porque fuese ilegal, que no lo es, sino porque dejaba un margen de apenas tres días a la empresa adjudicataria para contratar a un elenco de artistas de primer nivel que, en teoría, no tendrían que haber recibido ofertas ni firmado contratos o percibido adelantos de su caché antes de que se resolviese el concurso público.
Cualquiera que haya querido contratar a un acordeonista para tocar en una boda, por ejemplo, sabe que si lo llama con dos días de margen corre el riesgo de que ya tenga comprometida una comunión y, por lo tanto, caerse del cartel.
Si nos atenemos a lo que dicen desde el Concello de Vilagarcía, la adjudicataria del Vilablues inició los contactos con estos grupos, alguno de Estados Unidos, el pasado martes. Si es cierto lo que aseguran en Ravella, en apenas 48 horas se cerró todo sin ningún contratiempo, todo un récord.
Insisto, el pliego de contratación es legal y esa es la única explicación que se da desde el gobierno local para despejar las mil y una dudas que surgen acerca de las gestiones relacionadas con el Vilablues. Este argumento se cae por sí solo cuando se apela después a que hay quien busca el fracaso del festival. Y nada de eso. Todo lo contrario. El contrato es legal. Claro que sí. De otro modo no estaríamos sacando algunas conclusiones sobre el mismo, sino de un asunto que se dirimiría en los tribunales y con dimisiones de por medio.
Lo que ha pasado con este asunto es que una información periodística puso en conocimiento de la opinión pública el modo elegido por el Concello de Vilagarcía para adjudicar el festival. Ni más ni menos, sin valoraciones. Bueno, sí. Con la de unos abogados especializados en Derecho Administrativo que corroboraron que el concurso era legal, aunque dudaban de que se pudiera llevar a efecto con tan poco margen de tiempo para contactar con los artistas y contratarlos después.
Invitan a periodistas y políticos a estudiar el pliego con detalle para demostrar que todo se ha hecho conforme a criterios técnicos, en un alarde de transparencia que solo conduce a confirmar que contratar a todos los artistas que figuran en el cartel con un margen de dos o tres días supone todo un récord en el caso de que solo se presentara una empresa, como así fue. No me quiero imaginar si hubiese una pugna de más firmas con recursos y demás. Puede que fuese materialmente imposible celebrar el festival, a no ser que se nos escape algún detalle, pero en principio debemos aceptar lo que se dice desde la Administración local de forma reiterada.
En fin, lo importante ahora es difrutar del festival y dejar de ver gigantes donde solo hay molinos para que este fin de semana estemos a gustito bailando un blues, aunque cada uno en su sitio.

Bailemos un blues

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