El imputado, ¿culpable o inocente?

Los políticos deben de ser honestos, ser eficaces, y  decir la verdad, porque representan nuestros intereses. No debemos perdonarle que nos engañen. Están jugando con  nuestras vidas engañándonos.Un imputado es una persona pública, o privada que al ser denunciado puede ser llamado por un juez para  aclarar los hechos denunciados, sin ser acusado ni culpable. Es presunto mientras no se demuestre lo contrario, como tantas veces ha ocurrido saliendo absueltos. Pero los dirigentes de los partidos por falta de de capacidad e inmoralidad, encontraron un filón para eliminar a sus rivales a sabiendas de que su su calumnia no tenia base, tengo sentencias que lo confirman, pero cuando llegan las sentencias de su inocencia es demasiado tarde, el daño ya está hecho, es irreparable. No luchan por la transparencia allí donde gobiernan Conocemos personas que han sido víctimas negándoles la presunción de inocencia, la primera fue el ex presidente de la Comunidad de Castilla León, Demetrio Madrid, que José Mari Aznar desde la oposición pidió su dimisión en 24 horas por una  denuncia que hieran unos obreros, según ellos les debía dos millones de pesetas. Era falso como quedo demostrado con la sentencia a su favor. Hubo y habrá muchas más personas  que fueron defenestradas y abandonadas por sus partidos. Los peores enemigos son los que están dentro, de los otros ya uno desconfía.  Es muy difícil prosperar en los partidos si quieres hacer bien las cosas, gestión honesta porque alguien que tiene menos cualidades que tú le puedes hacer sombra, te orillan con malas artes echándole  de la carrera política. Es una estrategia utilizada por mediocres dentro y fuera de los partidos para alcanzar el poder por caminos torcidos. Después de cientos de años privados de democracia y de Estado de Derecho, todavía no estamos acostumbrados al trabajo político cívico. Son los políticos los que se saltan  la línea roja para derribar al adversario, no ven la viga en su ojo. Luchan por el huevo, no por el fuero, que es el bien común. Un cargo público por el hecho de estar imputado, es lo más normal en democracia y es  prueba de  transparencia. En  caso de que sea condenado puede recurrir hasta la última instancia y ser revocada en un sentido, o en otro, como ocurre tantas veces. Hay denuncias estratégicamente políticas, lo que tradicionalmente se llama “querella catalana” para desacreditar y fastidiar. La calumnia es el arma de trabajo en política, porque no tenemos una democracia, ni Estado de Derecho que ponga que lo impida, aunque teóricamente debiera hacerlo, pero a esto es difícil llegar mientras no seamos todos ante la Ley, la prueba está en que un abogado de oficio no puede defender a su cliente, como lo puede hacer un  rico que puede contratar un bufete interdisciplinar que dispone de un montón de abogados especiados. En nuestro sistema David no puede con Goliat. En una organización  pública, o privada, no se engaña quien no cuenta; si no hay mala fe, se corrige con  una reclamación que debe ser atendida. No todo error es dolo, como pretenden algunos. La marrullería política va contra los intereses generales. Estos  nuevos partidos alternativos, le puede pasar lo mismo que le paso a los  grandes, como ellos llaman, la casta. Se enzarzan  en disputas, confundiendo la imputación con la corrupción, abrieron el paso a las mareas,  que ahora se verán negros para librarse de ser imputados al tomar decisiones que a alguien no le gusten. Para un demócrata debe ser un honor colaborar con la justicia y defender el Estado de Derecho, en vez de cercenarlo.
Han transmitido a la opinión pública falsos conceptos jurídicos para ganar el poder político, en detrimento de la eficacia, y el buen derecho que debe presidir la vida pública.

El imputado, ¿culpable o inocente?

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