Después de muchos años al frente del Acuario de O Grove, Juan Búa decidió esta semana vender sus acciones al Grupo Aquagestión para que esta conocida empresa pueda desarrollar un interesante proyecto para relanzar las instalaciones de Punta Moreiras, después de una etapa bastante complicada en la que el centro cerró hasta en dos ocasiones. Búa asegura que se marcha sin rencor y muy ilusionado con el futuro que todavía le queda por delante al Acuario de O Grove si esta firma es capaz de desarrollar sus ideas.
Esta semana ha puesto punto y final a su participación en este gran proyecto, pero ¿cómo y cuándo comenzó todo?
La idea surgió de Alfredo Fernández. Él fue el pionero en los años 90 en la utilización de barcos con fondo de cristal y se dio cuenta de que el mercado demandaba algo más. Se le ocurrió la idea de montar un Acuario y nos invitó a participar en este proyecto al biólogo Jacobo Fernández, a nuestro vecino más próximo, Manuel Ochoa, y a mí. Ahí comenzó todo.
¿Fueron muy complicados los inicios?
Cuando íbamos a los bancos para pedir un crédito para poner en marcha la idea todos nos decían que no existía ese producto pero finalmente Alfredo logró convencer al responsable del Banco Popular para que apostase por el proyecto. Empezamos con mucha ilusión y la verdad es que fue un éxito. Llegamos a tener años de 100.000 visitas. Fue espectacular. El Acuario podría haber generado muchos beneficios pero en aquel momento decidimos competir con el cine en precios y fue un error porque los primeros años son los mejores. Además, por aquel entonces la Diputación arregló el acceso a las instalaciones y el pueblo se volcó con el proyecto.
Desde el primer momento apostaron por buscar desestacionalizar el turismo...
Sí y fue un error. Lo intentamos durante diez años e incluso lo conseguimos en cierta medida pero es muy complicado mantener abiertas las instalaciones durante todo el año.
Uno de los momentos complicados llegó con la sanción de la Xunta de Galicia...
En un momento dado entendíamos que había que crecer y decidimos hacer la nave de entrada. Nos gastamos una fortuna para que la estructura fuese desmontable y por saltarnos un trámite se nos complicó la vida de manera dramática. Llegó la primera multa y desde aquel momento estamos intentando solucionar el problema. Todos los políticos adquirieron el compromiso de solucionarlo pero a día de hoy todavía no se ha puesto un punto y final a este tema.
la sanción de la xunta por saltarnos un trámite nos complicó la vida de manera dramática
¿Cómo surge la opción de dejar finalmente la gestión en manos de una empresa?
Con la llegada de la crisis nos fueron fallando las visitas de escolares promovidas por la Diputación y por la Xunta y nos resultaba imposible mantener las instalaciones abiertas todo el año. Pensamos en abrir solo en verano pero finalmente decidimos abrirnos a que una empresa gestionase el centro. Nos gustó Bluedisplays porque gestionaba los acuarios de A Coruña y de Vigo e iba a utilizar ese personal para atender el de O Grove. Además nos pareció un equipo serio y profesional.
¿Cuándo se enteraron de que algo iba mal?
En un primer momento nos enteramos de que dejaban la gestión de los acuarios de A Coruña y de Vigo y el director del Acuario de O Grove, Javier González, nos comunicó que se marchaba. En ese momento intentamos ponernos en contacto con el director general pero a día de hoy todavía nadie nos ha dado explicaciones. Un día desaparecieron y al poco tiempo nos cortaron la luz después de la Festa do Marisco. Bluedisplays llevaba cinco meses sin pagar las facturas. Todo se precipitó y empezamos a buscar alternativas.
En esta ocasión negociaron con tres empresas. ¿Qué les hizo decantarse por el Grupo Aquagestión?
En esta operación no seguimos criterios económicos porque en ese aspecto cualquiera de las otras dos ofertas que había encima de la mesa podrían ser mejores pero Aquagestión tenía un gran proyecto para el Acuario de O Grove que me creó ilusión. Mi participación era la mayoritaria y la puse a disposición para permitir que esta iniciativa saliese adelante. Además, Alfredo cedió otra parte para que la empresa tenga la mayoría.
¿Con qué sensación abandona este proyecto?
Me voy sin rencor y con una gran satisfacción. Veo un equipo tan entusiasmado que creo que podrán sacarlo adelante. Los tiempos no son nada fáciles. Por eso yo los llamo héroes. Necesitan hacer una fuerte inversión que nosotros no podíamos afrontar. Además, me alegro de que permanezcan dos socios y de que hayan recuperado a parte del equipo humano.
¿Nunca se plantearon poner el Acuario en manos de una administración?
Lo intentamos con la Mancomunidade do Salnés. Nosotros le hacíamos una cesión gratuita de una participación para que ayudasen a financiar el proyecto con una pequeña aportación por parte de cada uno de los concellos pero coincidió cuando ya estaba en marcha la crisis y no fue posible.
En todos estos años como copropietario del Acuario ¿cuál fue el mejor y cuál el peor momento que vivió?
El mejor fue, sin duda, el del primer año. Fue espectacular ver la respuesta de la gente. En las encuestas que hacíamos sobre la satisfacción de los visitantes las referencias eran como para crecer hasta el cielo y esto nos animaba mucho. Aún a día de hoy recibo felicitaciones por esta etapa y eso es muy gratificante. Sobre el peor momento tengo que decir que hubo dos que me marcaron. Uno fue cuando nos informaron de la sanción de la Xunta por la estructura que montamos en el edificio porque no entendemos todavía por qué ocurrió y cómo todavía no se ha solucionado. Y el otro momento malo fue cuando falleció uno de los socios que tanto había ayudado en la puesta en marcha del Acuario. Por suerte, su hijo se incorporó con las mismas ganas.